Palabras de Juan Goñi, ex vicepresidente de FIFA, cuya definición histórica ha perdurado por décadas en las cuales se ha manchado de vergüenza ante el mundo entero por todos los bochornos y trampas que lo pintan de cuerpo entero y de manera vergonzosa.
Lo soportamos en las eliminatorias al mundial de Inglaterra 66, cuando este mismo Goñi y Juan Pinto Durán de gran influencia en la Conmebol, se los acusó de ser los artífices de los arbitrajes que eliminaron a Ecuador del Mundial: Eunapio de Queiroz, José María Codesal y Roberto Goicoechea.
En 1989, durante la eliminatoria a Italia 90, el arquero chileno Roberto Rojas se cortó la frente con una hoja de afeitar argumentando que fue el impacto de una bengala tirada de la tribuna. La FIFA investigó y encontró culpable a Rojas, sancionándolo de por vida y a la Federación la excluyó de la siguiente eliminatoria del 94.
Siempre la trampa y la corrupción ha sido la distinción del fútbol chileno, por eso el Presidente de su Federación, Sergio Jadue, fue descubierto y terminó convirtiéndose en el soplón de la FBI en el FIFA Gate. Jadue chocó con la justicia y decidió traicionar a sus socios después de llegar a la cima pese a ser un hombre sin recursos, sin pantalla, sin dinero y sin poder.
Ya años atrás en 1992, Menichetti, Presidente de Colo-Colo, intentó que sancionen a Barcelona por un incidente intranscendente en una suite, lo cual no fue aceptado por la Conmebol.
Y ahora sale Pablo Milad, Presidente de la Federación Chilena, que después de reconocer su responsabilidad en la eliminación de Chile del Mundial quiere ganar tramposamente la clasificación que la perdieron en la cancha.
Las palabras de Juan Goñi: “Al fútbol chileno hay que echarle parafina y prenderle un fósforo”, ha persistido seis décadas después en su demoledora contundencia y la sinvergüencería sigue siendo su eterna compañera.
Por Vito Muñoz Ugarte.
Periodista e investigador 1979-2022
“Quien no conoce el pasado, está condenado a repetirlo”.
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