Minutos después de que el Santiago Bernabéu estallara de gozo, el presidente del PSG, Nasser Al-Khelaïfi, se marchó a la carrera del palco, con las pulsaciones a mil por hora. Su objetivo era encontrar a Danny Makkelie, el colegiado neerlandés, por las tripas del estadio blanco. Un traslado que, obviamente, conoce mucho peor que el del hogar parisino. En el descanso del duelo de ida en París, tanto él como Leonardo habrían bajado a presionar al colegiado Daniele Orsato. Esta vez, a su entender, igual que al de la mayoría de la expedición francesa, el primer gol de Benzema, el que propició la remontada, vino precedido de una falta sobre Donnarumma. De ahí su tremendo calentón.

Al parecer, Nasser bajó hasta la sala habilitada a los visitantes, pero lo hizo fuera de sí dando gritos y golpes contra las paredes del pasillo, tratando de encontrar el vestuario de los árbitros. Pero en su lugar, por equivocación, entró en el de Megía Dávila, el delegado de campo del Real Madrid. Al ser detenido por varias personas, entre ellas un empleado del Madrid que estaba grabando la escena, el jeque le ha gritado «¡Voy a matarte!». A su lado, Leonardo, también fuera de sí, exigía explicaciones.

«La sensación es de mucha injusticia, por el gol concedido. Es falta clara de Benzema a Donnarumma. El estado emocional ha cambiado y hemos estado muy expuestos», protestaba Mauricio Pochettino, el técnico del PSG. «Es un golpe tremendo, porque hemos sido mejores en la eliminatoria. Hemos sido mejores en 180 minutos de fútbol. El Real Madrid, es verdad, que no tenía nada que perder con el 1-1 y se fue arriba con todo», añadía.