“Estoy triste y enfadado”. Xavi Hernández fue rotundo y sincero tras la semifinal de la Supercopa española ante el Real Madrid sin haber podido digerir aún la derrota. El técnico azulgrana tenía muchas esperanzas depositadas en el partido para suponer un punto de inflexión tanto a nivel deportivo como anímico para el resto de la temporada. Y vislumbrar tan cerca la victoria le dejó aún más contrariado por ver cómo se esfumaba el pase a la final por una sucesión de errores en zonas clave del terreno de juego en los que tanto había incidido en los días previos a la cita saudí.

Xavi quería ganar. Por eso arriesgó con Ronald Araujo seis días después de haber sido operado por romperse dos dedos de una mano y por eso hizo debutar a Ferran Torres pese a llevar tres meses de baja y apostó por Pedri Ansu en el segundo tiempo tras sendos periodos de tres y dos meses de inactividad. Y por momentos disfrutó cómo su equipo acorralaba al Madrid con un fútbol que no le dio recompensa en el marcador y le penalizó en exceso ante un rival que se llevó mucho premio haciendo mucho daño con muy poco.

Esa fue la sensación del cuerpo técnico, quemado por la acumulación de pérdidas de balón. A Busquets le birló la cartera Benzema antes del 0-1 y en la prórroga fue Dembélé quien perdió una pelota que propició la contra del 2-3 en la que ‘Busi’ presionó mal y Alba se tiró al césped para cortarla en lugar de perseguir a CasemiroOusmane arriesgó como nadie con siete regates buenos pero fue el que más pérdidas tuvo del Barça (25) alternando jugadas de mérito con decisiones incomprensibles.

Xavi no está dispuesto a encadenar más disgustos por mucho que la imagen mejorara y por eso no se plantea nada más que no sea ganar en Bilbao la próxima semana y pasar a cuartos de la Copa del Rey.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO