La opinión de Mateo Artieda
Después de toda la calentura que se haya podido generar para un hincha Culé el día de ayer tras haber caído ante el Rayo Vallecano y de enterarse que la dirigencia del Barça terminó por decidirse en despedir a Ronald Koeman, es hora de tener una mirada rígida a quién fue, quizás, uno de los técnico más valientes que ha pisado el Camp Nou.
Valiente en el sentido de llegar a un club en profunda crisis tanto deportiva como económica y es que no haber llegado a una final de Champions League en los últimos años (6 para ser exactos), te pasa factura.
Valiente porque te enfrentas a un camerino casi quebrado: Messi y su inestabilidad en el club, tener que echar a Luís Suarez, la dimisión de Bartomeu y enterarte a tu llegada que el club no tiene los recursos para traer grandes estrellas.
Pero sobre todas las cosas, tener el valor de arriesgar todo tu prestigio, siendo ex leyenda del club, haber dirigido tu selección nacional, tener tu pálmares tanto como jugador como entrenador, para llegar a un club que sencillamente estaba roto.
Eso, lo aplaudo de pie. Pero no justifica que tras haber aceptado la decisión de entrenar al Barça, haya ocasionado un agujero más grande en un barco que en estos momentos está encallando lentamente: El Barça en 9na posición de La Liga y al borde de la eliminación en fase de grupos de Champions.
¿Su pálmares? Una Copa del Rey. La número 31 del Club.
Hoy Ronald Koeman ya no dirige más el FC Barcelona, así como critico su falta de ‘‘alma‘‘ para dirigir al club, también admiro su visión de dejar el Barça del futuro con jugadores de La masía en el primer equipo: Ilaix Moriba, Óscar Mingueza, Riqui Puig, Ansu Fati e Iñaki Peña.
Mucha suerte Míster. En la vida y en el fútbol hay que aprender a irse.