El terremoto que está suponiendo la creación de la Superliga para el fútbol europeo ha vuelto a servir a la Bundesliga, encabezada y liderada como siempre por el todopoderoso Bayern de Múnich, para postularse como el Robin Hood de este deporte. A priori, ningún club alemán quiere formar parte de la competición elitista presidida por Florentino Pérez y, de esta manera, se sitúan a la vanguardia una vez más. Ya ocurrió a principios de la Pandemia, cuando fue la Bundesliga la primera en regresar a los estadios tras elaborar un plan sanitario que sirvió de modelo a muchas otras ligas. Meticulosidad, seriedad y solidaridad. Principios muy alemanes.

Karl-Heinz Rummenigge, presidente de la junta directiva del Bayern de Múnich, fue contundente a la hora de responder a Florentino. «Hay que generar más ingresos», dijo el mandamás madridista durante su entrevista en El Chiringuito, a lo que contestó su homólogo muniqués: “Lo que hay que hacer es reducir costes». Lleva razón. Y su entidad, libre de deudas y saneada hasta tal punto que pagó los 346 millones de euros que costó el Allianz Arena 16 años antes de lo previsto, sirve de ejemplo en cuanto a gestión financiera. Y todo esto, mientras se disputaban amistosos sin ánimo de lucro para rescatar a entidades en números rojos como Kaiserslautern o, en su día, el mítico Sankt Pauli.

Pero hace tiempo que el Bayern entendió que, para poder seguir compitiendo con todos aquellos que ahora pretenden paliar sus milmillonarias deudas creando la Superliga, también había que ser solidarios consigo mismos. De ahí que un cuadro que, de manera reiterada había criticado las inversiones de jeques y oligarcas en el mundo del fútbol, terminase vendiendo el 24,99 por ciento de sus acciones a las multinacionales Audi, Allianz y Telekom a cambio de 277 millones de euros. O que un equipo, que contó en Kurt Landauer con un presidente judío perseguido por los nazis, lleve impreso en su camiseta el logotipo de la aerolínea estatal de un país opresor como es Qatar por alrededor de diez kilos anuales.

Normal. En Múnich sabían que Robin Hood no iba a ganar solo el sextete. Necesitaba de la ayuda del Lobo de Wall Street para ser capaz de plantar cara al PSG de Al-Khelaifi o al Manchester City de Abu Dhabi. Por ello, Rummenigge fue uno de los principales impulsores de la reforma de una Champions que, en el contexto de la Superliga, adopta un matiz ético, pero que, en un principio, servía para lo mismo: generar más dinero para los ricos. Ocurre lo mismo en la sección de basket. El ex presidente del Bayern, Uli Hoeness, principal impulsor de un FC Bayern Basketball que llevó de segunda a cuartos de la Euroleague a base de talonario, dijo recientemente: “Prefiero entrar en la final four de Europa a ser campeón alemán“. Claro.

Lo que no ha cambiado en Alemania es la cultura futbolística impulsada y mantenida con mucho sudor por parte del aficionado. Él es el verdadero órgano regulatorio de una Bundesliga en la que no habrá más partidos los lunes tras una serie de protestas en unos estadios a los que, todavía, se puede acceder por el modesto precio de 15 euros. Para la mayoría de hinchas, el RB Leipzig sigue siendo un club “plastificado“ que trata de esquivar una ley que mantiene la esencia del fútbol en la Bundesliga: el 50+1 dicta que un inversor no puede hacerse de golpe con la mayoría de una entidad. La norma está diseñada para que los equipos permanezcan en manos de sus socios. De los aficionados. De los verdaderos Robin Hood de Alemania.

«No» a la Superliga

Por si quedaba alguna duda tras el primer comunicado, el Bayern lanzó una nueva nota de prensa este martes en la que, esta vez sí, descarta rotundamente su participación en la Superliga. Según Der Spiegel, en el convenio de la nueva competición figuraría un párrafo que deja entrever que la nueva élite de fútbol mundial sigue persiguiendo el objetivo de terminar convenciendo a Dortmund, PSG y Bayern de unirse a los doce fundadores de la Superliga. Pero los muniqueses no darán su brazo a torcer.

«Nuestros socios y aficionados rechazan una Superliga», fue citado Herbert Hainer, presidente del club, en el comunicado emitido a través de la web oficial de la entidad bávara. «Como FC Bayern, nuestro deseo y nuestro objetivo es que los clubes europeos vivan esta maravillosa y emocionante competición de la Champions League y la desarrollen junto con la UEFA. El FC Bayern dice no a la Superliga», subrayó Hainer.

Karl-Heinz Rummenigge añadió: “En nombre del Consejo de Administración, puedo afirmar expresamente que el FC Bayern no participa en la Superliga. El FC Bayern se solidariza con la Bundesliga. Fue y siempre es un gran placer para nosotros poder jugar la Champions League como representante de Alemania. Todos recordamos con cariño nuestra victoria en la Champions League en Lisboa en 2020, un momento tan feliz nunca se olvida. Para el FC Bayern, la Champions League es la mejor competición de clubes del mundo“.

TOMADO DE DIARIO AS