La etapa de Isco en el Real Madrid parece cerca de tocar a su fin cuando el malagueño está inmerso en su octava temporada en el club blanco. Un extenso periplo en el que ha regalado tardes y noches mágicas al madridismo y ha atesorado un palmarés al alcance de muy pocos, incluyendo cuatro Champions en cuyas finales tuvo una participación relevante. Pero no todo han sido luces. Los altibajos en su rendimiento le han puesto en más de una ocasión en el punto de mira de las críticas y su forma física también ha sido cuestionada en más de una ocasión. En los últimos tiempos la figura de Isco se ha visto envuelta en la polémica, especialmente en la breve etapa de Solari en el banquillo. Los últimos dos años, Isco ha ido de conflicto en conflicto.
El adiós de Zidane puso fin a uno de los mejores momentos del costasoleño en el Madrid. Después de un inicio de temporada en el que era un cambio recurrente para el técnico, Isco fue recobrando la confianza y haciéndose un hueco en el once en detrimento de Bale, a quien le ganó el pulso por la titularidad en la final de Kiev. El francés decidió irse, pero llegaba un Lopetegui que como seleccionador había demostrado una fe casi inquebrantable en Isco. “A nivel personal es una buena noticia el fichaje de Lopetegui”, aseguró el jugador. Pero mientras una apendicitis se cruzaba en el camino del futbolista, los malos resultados comenzaban a poner en peligro el puesto del de Asteasu. Hasta que cayó.
Con Solari, la cosa se torció desde el primer momento. Primero, incluso, de puertas hacia fuera del vestuario. El argentino apostó en su primer partido, en Copa en Melilla, por dar la oportunidad a los menos habituales y alguno de sus pupilos en el Castilla. Era un 31 de octubre, noche de Halloween. Isco se quedó en Madrid y, coincidiendo con la disputa del partido, su pareja, Sara Sálamo, publicó una foto en redes de la familia festejando la noche disfrazada. Una actitud que despertó la ira de los aficionados.
Lo puntual se hizo habitual con Solari
Su ausencia en el once se cronificó. En los siguientes cuatro partidos tampoco asomó por el once. Hasta que Solari lo dejó en la grada en Roma. “Son decisiones puntuales para momentos puntuales”, se justificó el entrenador. Lo puntual se hizo habitual. La guerra fría era un hecho. E Isco no se mordía la lengua. En ningún foro. Contestó en Instagram a quienes criticaban su presunto exceso de peso con una foto sin camiseta y una encuesta preguntando si le veían gordo. El resultado del sondeo sólo lo sabe él. Lo que sí suscitó casi unanimidad fue cuando Solari le hizo por fin un sitio en el once, Isco provocó un incendio en el Bernabéu. Y no por la clase que otras tantas noches había encendido, para bien, a la grada. Con la clasificación para octavos cerrada, era un intrascendente partido de Champions contra el CSKA, pero el resultado (derrota 0-3) encrespó los ánimos e Isco fue objeto de una pitada. Un veredicto que desató la ira del jugador, que se encaró con el público.
Isco siguió sumando desplantes. No se entrenó al concluir un Real Madrid-Rayo saltándose la norma de que los no titulares hagan algunos ejercicios tras el partido y esquivó la mirada a Solari cuando en un partido de Copa, donde quedó relegado su protagonismo, le sustituyó en Leganés. Chendo sufrió otro desplante cuando Isco le negó el saludo al delegado en un Real Madrid-Alavés en el que saltó al campo en el 86′. Un desaire resuelto con una preceptiva foto en redes sociales.
El incendio, lejos de apagarse, se reavivó en los últimos días de la etapa de Solari. La chispa prendió en las redes, con un mensaje de Isco. “Cuando no gozas de las mismas oportunidades que tus compañeros…”. El entrenador, otras tantas veces comedido, esta vez no dudó en responderle públicamente en rueda de prensa: “El fútbol es trabajar y poner el talento al servicio del equipo, entrenar al cien por cien en cada entrenamiento y dar todo. Ese es el trabajo para estar disponible para cuando toque jugar”.
“Para jugar hay que ponerse primero en forma”
El argentino no le convocó para el partido de vuelta contra el Ajax e Isco se ahorró el mal trago de presenciar la estrepitosa eliminación europea en la grada. Un comportamiento que motivo que Solari pidiera al club que abriera expediente a Isco. Nadie ocultaba las hostilidades. Unos días más tarde, en la previa de su último partido, el técnico lanzó otro dardo a la actitud de Isco: “Las cuestiones disciplinarias las manejamos de manera interna. Para jugar hay que ponerse primero en forma física y luego la forma competitiva, es inexorable”. Ya despojado Solari del cargo, El Larguero de la Cadena SER informó de que Solari se negó a pasar los controles de peso a los que el argentino sometía a la plantilla blanca cada lunes.
La misma semana en la que regresó Zidane, Isco acudió a un acto publicitario de Adidas en el que fue rotundo: “El regreso de Zidane es una buena noticia para todos”. Se abría un nuevo capítulo para Isco, pero no todo ha sido de color rosa para él. Quizás más bien naranja intermitente. Así han sido su rendimiento y sus presencias en el once de Zidane. Su mejor momento reciente lo atravesó en la parte central de la temporada pasada, cuando el francés ajustó su dibujo para hacerle sitio y darle protagonismo, sin demasiado brillo, en los partidos importantes.
El último desaire a Zidane
Cuando han venido mal dadas, a Isco le han dejado en evidencia sus palabras. Hace menos de un mes, las cámaras de Movistar+ le captaban en los prolegómenos del Clásico en la grada del Camp Nou quejándose de su situación ante Marcelo, Militao y Lucas Vázquez. “A mí me cambia en el 50′ o en el 60′, a veces en el descanso, y si salgo me mete en el 80”. Una radiografía no del todo fiel a la realidad, pero que manifiesta el descontento de Isco con una situación que le hace plantearse su salida del Real Madrid.
TOMADO DE DIARIO AS