Apenas ocho minutos ante el Granada le bastaron a James para sellar un nuevo pacto con la afición madridista. Un gol como desahogo. La camiseta pasó del pecho a los brazos con la furia del que sabe lo que cuesta conquistar el Bernabéu. Después de 882 días volvió a marcar para el club en el que siempre soñó estar, del que se fue porque el amor también duele y al que regresó por voluntarioso. Show, don’t tell, dicen. James volvió y no quiere ser uno más.

En Colombia, las encuestas nunca sentenciaron que regresar fuera buena idea. Los antecedentes con Zidane (que le soltó la mano muy pronto y lo confinó a la Unidad B) daban pocas garantías para que uno de los máximos referentes del fútbol nacional (el otro es Falcao) ganara la apuesta. James avisó ante Levante y Sevilla, pero al técnico francés aún no lo convence como titular.

En su momento le dijo no al Nápoles y ahora aplaza su visita a la Selección de Colombia. Por estos días, Queiroz espera a los convocados para el parón FIFA ante Chile y Argelia en Alicante, pero James no estará. Algunas versiones indican que el jugador le pidió tiempo para seguir consolidándose, para pelear esa titularidad esquiva en cada entrenamiento en Valdebebas. ¿Está el Madrid por encima del equipo nacional? La polémica sigue viva en Colombia.

A este Real Madrid líder de LaLiga no le sobra nada. Cuesta entender cómo un jugador con la capacidad de asociación, precisión en el pase e intensidad (nuevo ingrediente) de James no cabe en el once de Zidane. En el 4-3-3 que deja a tranquilo al entrenador, James puede encajar en la línea de volantes por izquierda o derecha (ya lo hizo en el Bayern). Luego el trabajo y la voluntad harán lo suyo. Colombia quiere ver brillar a James en el Madrid, pero lo extraña en la Selección. Él ya ha elegido…