El Madrid de Solari, con la derrota frente al Barcelona por 0-1 en Liga, va camino de emular al último Madrid de Zidane. Al menos en las formas. Al igual que en el último año del francés en el banquillo merengue, los blancos han llegado al mes de marzo con la única tarea por delante de ganar la Champions. Algo que, sobre el papel y con las estadísticas en la mano, parece fácil para el Real Madrid pero ni mucho menos lo es. Y menos este año.

Si bien el curso pasado el grupo comandado por Zidane mostraba signos de ser un equipo volátil e irregular, tenía ese áurea ganadora en Europa argumentada por varios conceptos, hombres e ideas que, con Solari en el banquillo parecen no estar.

Cristiano por encima de todas las cosas

El vacío del portugués en el vestuario blanco ha restado, sin duda, voracidad al grupo. El ‘7’ al igual que la leyenda del Cid Campeador, asustaba con solo permanecer sobre el césped. Y, además, a parte de ello, demostraba el por qué en cada duelo directo con goles. Concretamente unos 50 por temporada.

Una cifra que, por más que quiere encontrar Solari, no lo consigue. El argentino, sin Cristiano, cuenta con otro ‘7’ al que no le da minutos, Mariano. Y con un ‘9’, Benzema, que tuvo un mes de enero pletórico pero que al llegar febrero se ha descolgado. Lo más parecido al peligro que tiene el entrenador cuando mira a su plantilla es un chico de 18 años que tras fintar y regatear todo lo posible, no define con claridad. Y así, es complicado.

Un grupo dividido entre el idioma, los gestos y los minutos

Pese a que el vestuario del Real Madrid nunca se ha caracterizado por ser algo parecido a una familia, lo que tiene Solari en Valdebebas es más bien un grupo descontento. Por un lado Bale que, tras escuchar de boca de sus compañeros su poca facilidad con el castellano, se desquitó de malas maneras de Lucas Vázquez y parece estar en una burbuja. En el otro, Marcelo, segundo capitán, infeliz por su falta de minutos a la que se le han unido el conflicto con Isco y, en última instancia, la poca participación de Kroos al que ya ha sustituido en los dos últimos partidos de Liga.

Una serie de desajustes que, al menos de cara a la galería, el grupo del curso pasado con Zidane a la cabeza no mostraba. Tan solo Bale era el señalado con sus suplencias reiteradas pero que se argumentaban con el buen momento de los LucasKovacicAsensio Isco que tiraron del carro en Europa junto a Cristiano.

La depresión que adoptó Solari, y la FeliZidane

Mientras que Zidane culminaba en Kiev un proyecto de tres años plagado de Champions y superioridad, Solari ha cogido uno a largo plazo, liderado en un principo por Lopetegui y al que le falta un pilar fundamental para entender todo lo anterior y a que ahora juega en Italia. El argentino, al igual que su predecesor francés, llegó del Castilla casi de rebote pero la situación era bien distinta.

El curso pasado, Zidane venía de hacer un doblete (Liga Champions) de una plantilla hermética que el se encargó de proteger (Frustró el fichaje de Kepa en enero) y en la que su presencia era casi un sinónimo de admiración. Solari llegó a un vestuario con la tutela de la directiva bajo el brazo y se ha convertido en el azote de los poco involucrados como Marcelo Isco, lo que le ha costado algo de crédito tanto en el vestuario como en el palco. Un palco que, a finales de temporada, pondrá sobre la balanza lo conseguido y lo perdido y dictará sentencia. Aunque quizás ya lo haya hecho.