Es mayo de 2014. Un mes antes del Mundial de Brasil, la Conmebol organiza una reunión de comité ejecutivo en Buenos Aires. El búnker es el hotel Sheraton, de Retiro. Como es habitual, los presidentes de las asociaciones nacionales matan el tiempo hablando entre cafés. En eso, Marco Polo Del Nero, entonces número dos de la CBF brasileña, pero representante en FIFA de Conmebol, se le acerca a Grondona. «Le dice que tanto él como José María Marín (otro brasileño, presidente de la CBF) y la mayoría de los otros presidentes quieren votar allí mismo para sacar a Figueredo de la presidencia», según cuenta Burzaco en su declaración testimonial en la corte de Brooklyn. «La idea era instalar al paraguayo Juan Ángel Napout como presidente». abunda Burzaco.

Grondona, contemporáneo e histórico aliado de Figueredo, lo defendió por última vez. «A Grondona le gustaba la idea de Napout presidente. Pero le parecía una idea estúpida sacar a Figueredo, quien había asumido un año antes en reemplazo de Nicolás Leoz por acusaciones de coimas. A falta de un mes para el Mundial, Figueredo era el presidente del comité organizador de Brasil 2014. Grondona prevaleció. Y Figueredo continuó», relata Burzaco.

Sin embargo, la efímera presidencia de Figueredo, llamado a terminar el mandato de Leoz hasta enero de 2015, terminaría con la muerte de Grondona. «En el mismo funeral organizaron una reunión para los primeros días de agosto en Asunción. Y allí votaron para nombrar a Napout. Además, se decidió que el lugar que Figueredo ocupaba en la FIFA quedara para el colombiano Luis Bedoya». Dos meses después, en octubre, Burzaco se enteraría de que no sólo cambiaban los nombres tras la muerte de Grondona. Por pedido de los dirigentes, también se modificaría el esquema de coimas.