En un fútbol cada vez más físico, donde la velocidad, la potencia y la ‘garra’ tienen cada vez más preponderancia, Andrea Pirlo representaba ese pequeño grupo de resistencia netamente futbolística que con pases, una pegada única y magia regaba de calidad el campo de juego. Y este domingo jugó su último partido como profesional. El New York City le ganó 2-0 a Columbus Crew en la semi de vuelta de la conferencia este de la MLS aunque había perdido 4-1 en la ida y por eso quedó fuera de la carrera por el título.
En octubre, Pirlo había revelado los motivos que lo llevaron a anunciar que ésta iba a ser su última temporada: “Te das cuenta de que ha llegado el momento. Cada día tienes problemas físicos, no podés entrenar como lo hacías porque siempre tenés algo. A mi edad (38), eso es suficiente. No es que podés seguir hasta los 50. Asi que haré otra cosa”. Porque inexorable, ni el talento (que a Pirlo le sobra) le puede ganar al tiempo, el único invicto de todos.
¿Y qué capítulo se viene en la vida del crack italiano? “Todavía no lo sé. Volveré a Italia en diciembre. ¿Ayudante de Conte? Se dicen muchas cosas. Tengo ideas, pero denme tiempo para decidir. ¿Técnico? Que hayas sido un buen jugador no significa que puedas hacerlo. Tenés que estar preparado y tener una prueba de campo. Tiene que encenderse la chispa y eso todavía no ha pasado. Después de 25 años en el fútbol estaré en casa con mi familia (NdeR: tuvo dos gemelos en agosto). Para mantenerme en forma voy a jugar al golf (handicap 10) y al tenis“, agregó en una entrevista con la Gazzetta dello Sport.
Andrea, quien ha recibido la medalla al Orden al Mérito de la República Italiana, dejó una marca imborrable en el fútbol italiano y mundial. Surgido en el Brescia, debutó ahí el 21 de mayo de 1996 con apenas 16 años (récord en ese momento), y fue clave para el ascenso a la Serie A. Lo compró el Inter aunque no se afirmó ahí, el destino quería otra cosa… Volvió a préstamo a su primer club y también lo hizo en Reggina aunque en la 2001/02 pasó al Milan, donde estuvo diez años, ganó dos Scudettos, dos Champions, una Coppa Italia, una Supercoppa de Italia, dos Supercopas de Europa y un Mundial de Clubes. En la 2011/12 pasó, con el pase en su poder, a la Juventus, donde siguió de copas (cuatro Scudettos, una Coppa Italia y dos Supercoppas). En 2015 inició su última etapa con los cortos, en el New York City de la MLS. Pero su logró más memorable fue en 2006, cuando ganó la Copa del Mundo con Italia. Conquistó prácticamente todos los títulos con los que un jugador europeo sueña (le faltó la Eurocopa, en la cual perdió en la final del 2012), pero su legado estuvo en su magia, con el pase y esa pegada magistral como sus aliados más fieles.