Nasser Al Khelaifi, presidente del PSG, estuvo el lunes en París reunido de urgencia con Antero Henrique, su secretario técnico, para abordar el tema Neymar. Fue un viaje relámpago pues por la mañana había estado en Rabat y por la noche volvió a viajar hasta Marruecos perfilando el desembarco de beIN Sports en el país árabe.

Al Khelaifi es presidente de beIN y del PSG al mismo tiempo pero el caso Neymar corresponde, como diría un directivo del Barcelona, al 200 por cien a Antero Henrique, quien asumió el cargo en el club parisino el pasado 2 de junio con la única idea de fichar para dar un salto de cualidad hasta la élite europea.

Mantener a Verratti, comprar a Alves (Juventus), fichar a Yuri Berchiche (Real Sociedad), limpiar a Ben Arfa, Jesé, Lucas y a Krychowiak son alguno de los movimientos efectuados en estas primeras semanas de mercado veraniego.

Y hay que fichar con un presupuesto que puede rondar los 200 millones de euros más las ventas. El intento de comprar a Mbappé ha fracasado. Kilyan aunaba calidad en ataque y con sangre francesa para el equipo.

Después de estos movimientos, el club parisino ha apuntado a Neymar, un jugador con el que ya negoció el pasado verano, con el que hay hilo directo y de quien conocían su incomodidad en el Barça.

La situación de Neymar y la de Mbappé es totalmente diferente. El primero tiene cláusula de rescisión, el segundo no tiene precio, el primero es más caro (220), el segundo era más barato (unos 140), el primero está más hecho y les permite dar un salto adelante y el segundo ha vivido su primera media temporada a un gran nivel. El primero es una realidad, el segundo todavía una promesa.

Fichar a Neymar tiene enormes complicaciones pero para el PSG también sus atractivos, y es allí donde se forja una jugada maestra. ¿Qué puede perder el PSG con el intento de fichar a Neymar?, ¿Qué consecuencias puede tener? El PSG, tal y como se desprende de los viajes de su presidente, está tranquilo con ruido generado. Incluso parece disfrutar porque ellos, pase lo que pase, van a ganar. Así lo entienden.

Aquí hay dos soluciones al caso Neymar: Que fiche por el PSG y que siga en el Barcelona. Si ocurre lo primero y Neymar compra su libertad a través de la cláusula de rescisión, el PSG se hará con un jugador que quiere desde hace tiempo, que está convencido de que le permitirá dar un salto adelante y con un jugador con una imagen internacional agradable, positiva, creativa, mágica, que beneficia al PSG. Además, es un jugador con margen de crecimiento y admitido por todos de que se trata de un futuro número 1. Estaban dispuestos a pagar 140 por Mbappé y están preparados a pagar 220 por Neymar.

La otra opción es que Neymar siga en el Barcelona. En este caso, el PSG no hará nada para acabar con la rumorología. También le va bien el ruido y le interesa alargarlo porque, de esta manera, pone presión al Barcelona y a su junta directiva que, según el propio PSG, se ha dedicado a torpedearles desde que Rosell asumiera la presidencia y con Bartomeu como continuador.

Este verano ha sido con Verratti, los dos anteriores fue con Marquinhos y los dos anteriores fue con Thiago Silva. Cada verano la misma canción. Y cada verano una renovación que ha tenido que asumir Nasser Al Khelaifi. Ahora, sin mediar palabra, sin agresiones verbales, sin convertirlo en un espectáculo dialéctico (“No vamos a resucitar el show de Neymar”, recuerdan que alguien de PSG lo dijo), es el momento de devolverle la pelota al Barcelona. Es el momento de meter presión, de incordiar con un interés que viene a torpedear la pretemporada del Barcelona y un verano especialmente rácano en fichajes y poco ilusionante para la afición.