La situación en la que se vio inmerso el árbitro Carlos Orbe con el jugador del Barcelona SC, Jonatan Álvez, hace que otra vez los jueces ecuatorianos estén en el ojo de la tormenta.

Contextualizando el tema, sucedió el pasado fin de semana en el partido entre los amarillos ante el Independiente del Valle. Álvez anotó un gol y fue anulado por el juez de línea, el delantero protestó de manera aireada y fue amonestado, hasta allí todo va bien.

Pero, cuando le saca la tarjeta se ve en la transmisión que Orbe lanza un insulto dirigiéndose hacia Álvez, esto fue visto por la dirigencia amarilla que interpondrá el reclamo correspondiente.

Es claro el hecho de que el fútbol es un deporte pasional, donde a veces no se miden mucho las expresiones pero aquí hay un agravante que tiene que ver con el reglamento y el ‘deber ser’.

El árbitro debe ser una persona capaz de sobrellevar un partido, señalar las infracciones al reglamento del juego, impartir sanciones, orden y que exista un ambiente de RESPETO sobre el césped.

Debo recalcar que los jugadores no son santos, en lo absoluto, pero en esta situación existe un punto importante. Si el jugador insulta en la cancha, el árbitro tiene la potestad de sancionar. En cambio, si el árbitro lo hace, el jugador no tiene tarjetas. Por lo que si no es denotado en video (como pasó ahora con Orbe), es muy difícil pedir sanciones.

Es muy complicado debido a los diferentes tipos de personalidades el controlar esto pero los jugadores al ver que en ciertos casos los árbitros «no predican con el ejemplo» se exacerban los ánimos en medio de un partido y no contribuyen en lo absoluto a su autoridad en el campo.

En el fútbol ecuatoriano y mundial no es nuevo este tipo de cosas. En el 2012 lo sufrieron jugadores como Ángel Mena y Luis Fernando Saritama. Ambos en partidos ante el Macará y tuvieron como protagonistas a Carlos Vera y Miguel Hidalgo tal como vemos en los siguientes videos.


Esperemos que la Federación Ecuatoriana de Fútbol evalúe la situación y emita una resolución ejemplar por el bien de todo el balompié nacional.