Pues sí, todo sigue igual. . . . Desde el fatídico 21 de diciembre Barcelona tenía nuevos ideales. Los retos de cara una temporada 2015 eran más que complicados, pero el compromiso de que vendrán mejores días dijo PRESENTE.

El abandono de jugadores como Christian Súarez, Cristian Penilla, Michael Quiñónez, entre otros, mostraba que en Barcelona se venía un recambio significativo. Sin embargo la renovación de Ismael Blanco, la ratificación del cuerpo técnico y la contratación de jugadores como Álex Colón, Brahian Alemán, Henrry Patta, etc., daban luces de esperanzadoras para el 2015.

El equipo torero armó una de las dos plantillas más ‘ricas’ del fútbol ecuatoriano. Jugadores promesas y algunos con experiencia ilusionaban al hincha amarillo de cara al inicio del campeonato. Una escapada a la Argentina para realizar la pretemporada lejos del tremendo ruido de propios y ajenos en Ecuador, decía mucho del compromiso que había para que el plantel canario empiece con una cara diferente a la del año anterior (finalistas, sin brillantez) pero todo fue una simple añoranza.

Los días iban y venía junto a los partidos de pretemporada y la sensación que todo seguía igual era la misma. Los discursos tradicionales que el equipo está en construcción hasta ese entonces eran entendibles. Lamentablemente las manecillas del reloj en el fútbol siempre juegan en tu contra. Llegó la hora de la verdad.

El torneo nacional dio su pitazo inicial y Barcelona era una de las grandes incógnitas. Disputó el primer encuentro en Loja y lo “que con el pasar de los partidos nos iremos aflojando” era razonable hasta cierto punto, se logró una igualdad. Luego tocaba volver a casa tras dos meses de abandono, el rival era un equipo que comparado con los quilates del club amarillo no significaban un par de gramos de oro pero ese equipo terminaría dando más de un dolor de cabeza. Se habían sumado solo 2 de 6 puntos.

Luego vendría el Barcelona gana, pero NO es feliz. Independiente del Valle ya era un rival de un calibre diferente, pero con la vuelta del entrenador Rubén Israel y el debut del fichaje estelar, Brahian Alemán, el panorama se veía diferente y así lo fue.

A revolcones, al pelotazo, costalazo, a todos los ingredientes propios de las nulas ideas futbolísticas, Barcelona sumó su primer triunfo. Victoria dulce, pero agria a la vez. El equipo no mostraba nada. Los planteamientos y el trabajo solo se habían quedado en las prácticas pero con una victoria siempre en la semana se puede trabajar con mayor tranquilidad.

La próxima parada era el ‘colista’ del campeonato que venía con una maleta cargada de problemas. Era el rival ideal para dar un gran golpe de autoridad. En ese partido ni el talento individual brilló, ni el juego colectivo fluyó, ni la pizarra de Israel funcionó. Nada. Llegó el primer cachetazo de la temporada. 5 puntos de 12 posibles. 4 puntos de distancia con el líder, más el pensamiento de que se tiene un gran plantel y que no se puede explotarlo empiezan a atormentarte, un poquito… Y de bonus, el inicio de la Copa Libertadores.

El partido en la Argentina daba cierta esperanza al barcelonismo. Los recuerdos imborrables de la ‘Hazaña de la Plata’ encerraban al equipo en un mundo fantasmal que nunca pudo salir. Fue una lección de fútbol que recibió Rubén Israel y compañía. Transiciones, vértigo, buen trato de balón, visión de juego, asociaciones, eficacia, y muchas más cualidades que mostró el equipo de Mauricio Pellegrino para superar en todas las líneas y golear el cuadro torero.

El fracaso al final de los 90 minutos en el Estadio Único de La Plata va más allá de un partido perdido. Si alguna cosa se suponía era que en esta temporada Barcelona iba a tener competitividad, pero la incapacidad táctica y futbolística sigue inmaculada. Veremos si el DT Israel y los jugadores vuelven a tocar las teclas correctas para ratificar su compromiso, y si, con los próximos partidos, el Ídolo logra la dinámica prometida… Libertad es una buena opción para redimirse. Y un mal rival para estar con dudas.