El Espanyol sigue mirando a Europa. Con disimulo pero insistencia, el equipo periquito no quiere aún conducirse a un final de temporada insulso y a la derrota del Athletic en Villarreal contestó ganando al Alavés (1-0) para volver a soñar con la séptima o, incluso, sexta plaza.

El partido transitó entre el tedio y la confianza. A una primera mitad sin historia, sin fútbol ni ocasiones, le siguió una segunda más animada, en la que el gol de Piatti condujo a un juego más vivaz por parte de los locales ante la falta de soluciones de un Alavés que, acumulando su tercera derrota consecutiva, se diría que solo tiene ojos ya para la final de Copa.

Claro que la primera mitad fue un aburrimiento soberano. Falto de soluciones futbolísticas, el Espanyol ofreció una imagen plana, decepcionante y triste. Casi pareció que atacaba y dominaba sin tener clara una idea de juego, en el que tanto se mezclaban pases sin más como se jugaba en largo de cualquier manera y sin saber a qué atenerse al acercarse al área.

¿El Alavés? A verlas venir. No parecía tener el equipo de Pellegrino ganas de agobiar si no se sentía agobiado y si uno no golpeaba, el otro tampoco lo hacía. Así, sin más que decir se llegó al descanso. Con nada.

CAMBIO

Pero ya no pareció el mismo partido en la segunda parte. Quique Sánchez Flores dispuso un dibujo más atractivo y ofensivo y se entendió que Fernando Pacheco iba a ser más exigido que antes. Así ocurrió.

El primer aviso, serio, de los blanquiazules llegó en el minuto 50 de partido en un balón que le llegó suelto y franco a Gerard, que desembocó en un pelotazo desde dentro del área que se marchó a las nubes…

Y cinco minutos después un balón colgado al área en una falta encendió, por fin, la matinal. El lanzamiento lo tocó de manera inverosímil con la espalda David López hacia el área pequeña y ahí apareció el más listo de la clase, Piatti, para remachar ante la sorpresa general el 1-0.

El gol despertó el carácter desenfadado del Espanyol. La entrada, reaparición, de Leo Baptistao estiró al equipo y obligó al Alavés a apretar los dientes, casi más pendiente de no encajar el 2-0 que de buscar la igualada. De hecho, al equipo

vitoriano le costó irse hacia arriba. Hasta el punto que Diego López apenas si fue exigido en su puerta.

Buscó a través del revoltoso Gerard Moreno el 2-0 el conjunto catalán hasta que entrando en la recta final se revolucionó el Alavés… Sin suerte ni acierto, claro, como para igualar un choque en el que ya no tenía nada que decir.

Así, otra vez, el Espanyol, como en una montaña rusa de sensaciones, sumó un triunfo necesario para no olvidarse de Europa. ¿Difícil? Desde luego… Pero no imposible. Todavía.