Desde 2019 la llegada de Bruno Fernandes a Manchester United marcó un antes y un después para el fútbol británico. La rápida adaptación del portugués se hizo notar en los resultados del club y sus estadísticas individuales lo colocan como uno de los más destacados del último tiempo. Pero su carrera llena de sacrificios estuvo cerca de tener un final anticipado que pocos conocen.
Tan solo tenía 17 años cuando emigró hacia el fútbol italiano. Sin poder tener compañía de sus familiares, la distancia se hizo más grande y su rendimiento en la cancha se veía muy afectado por ello. En una entrevista con el medio inglés The Players Tribune, Fernandes aseguró que se necesita talento, trabajo duro y una mentalidad fuerte para triunfar.
“Estaba en un país donde no conocía el idioma, no conocía a nadie, era muy duro. Había días donde quería dejarlo todo”, continuó el volante ofensivo. “Llamaba a mi novia para decirle que me quería ir y ella me convencía de quedarme diciéndome que era mi sueño, o hablaba con mi hermano solo para llorar”, insistió el jugador.
Luego de cuatro años con vaivenes de rendimiento, Sporting de Lisboa le dio el gusto de volver al fútbol de su país en 2017. Ya de vuelta en casa comenzó a demostrar todo su talento, así poniendo su nombre entre los apuntados por los clubes más grandes del viejo continente.
Pero cuando llegaron las ofertas él no tenía dudas de cuál aceptar. Su destino estaba en Manchester, el color rojo siempre lo tuvo presente en su corazón. Fanático de su ídolo y hoy compañero de selección, Cristiano Ronaldo, soñaba con jugar para los Diablos Rojos.
“Cuando me confirmaron que la negociación se había cerrado, lo primero que hice fue contarle a mi esposa y mi hija. No lo pude contener y me puse a llorar, pero esta vez fueron lágrimas de alegría”, finalizó Fernandes.