El 21 de junio de 2014 toda Argentina sufría mirando el partido de la Selección contra Irán por la segunda fecha del Grupo F de la Copa del Mundo de Brasil. Los dirigidos por Alejandro Sabella habían intentado todo para marcar, pero después de 90 minutos todo seguía 0-0. Eso, hasta que en el minuto 90+1′, Lionel Messi se iluminó. Como si nada, encontró un pequeño espacio entre la cerrada defensa iraní y colocó en el segundo palo el balón para derrotar al, hasta ese momento, imbatible Alireza Haghighi. Todo el estadio Mineirao lo festejó y veneró al ’10’ que este miércoles regresa al lugar donde lo vio brillar hace cinco años.
En aquella tarde de Belo Horizonte Messi y Argentina buscaron sin cesar ese gol que solo llegó al final. Fue un presagio del sufrimiento argentino durante todo ese camino que derivó a la final perdida contra Alemania en Maracaná. Después de ganar ajustadamente a Bosnia-Herzegovina en el debut, la Selección se trasladó al estado de Minas Gerais para desafiar al conjunto asiático que en su estreno había rescatado un empate frente a Nigeria. Nadie pensó en Argentina que ese segundo partido sería tan sufrido.
Gonzalo Higuaín, Marcos Rojo, Ezequiel Garay, Ángel Di María y Messi se habían encontrado con el arquero iraní que en la última del partido nada pudo hacer ante la genialidad del ’10’. Zurdazo al segundo palo que hizo delirar a todos en el estadio que está al lado del conocido Lago Pampulha.
La Selección se encomienda a una nueva genialidad de Messi para reacomodarse en el Grupo B. Paraguay será el desafío que, tanto Leo como todo su país, esperan que tengan ese mismo final que hace casi cinco años. Su país lo necesita.