Wednesday, December 3, 2025
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China cambia de fase en Latinoamérica: de gran prestamista a administrador de deudas

La relación financiera entre China y América Latina entró en un momento decisivo. Tras dos décadas de enormes desembolsos que impulsaron a varios gobiernos de la región, el gigante asiático ha pasado de prestar a cobrar, priorizando amortizaciones, renegociaciones y una estrategia más selectiva. Como explica Jonathan Fortun, economista del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), el ciclo de créditos masivos “se cerró”, dejando ahora una red de relaciones bilaterales donde predominan los compromisos acumulados y un financiamiento nuevo “prácticamente inexistente”.

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Entre los países más expuestos, Venezuela lidera con US$59.200 millones, pero su situación es especialmente compleja por los acuerdos de pago mediante envíos de crudo, sujetados durante años a renegociaciones y ajustes. Le siguen Brasil (US$32.400 millones), estrecho socio de China; Ecuador (US$11.800 millones), que redujo su carga tras reestructuraciones recientes; Argentina (US$7.700 millones), donde el swap con China cumple hoy un rol táctico para las reservas; y Bolivia (US$3.200 millones). Para Fortun, el mapa actual refleja “madurez, no expansión”: cada país atraviesa una etapa distinta, con China mostrando flexibilidad solo cuando busca evitar caos financieros, como posibles defaults.

Más allá del crédito, la influencia china se ha desplazado hacia sectores estratégicos: infraestructura, energía, logística, minería y electromovilidad. Expertos como Rafael Pampillón advierten que, aunque China no impone condiciones de política económica tan estrictas como organismos multilaterales, sus préstamos son menos transparentes, suelen incluir requisitos comerciales (contratistas y equipos chinos) y aumentan la dependencia económica. Sin embargo, rechaza la idea de una “trampa de deuda” deliberada: los mayores problemas responden más a fragilidades internas de países como Venezuela o Ecuador.

En este nuevo escenario, China apuesta por la cooperación, inversión directa y diplomacia comercial, impulsada por la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Desde 2013, se convirtió en uno de los principales constructores e inversionistas de la región, con Brasil, México, Argentina y Chile como sus mayores receptores. Además, según la Cepal, China será el destino de mayor crecimiento para las exportaciones latinoamericanas en 2025, con un aumento proyectado del 7% gracias a la demanda de carne, soja y minerales como el cobre. Para los analistas, diversificar socios y estrategias será clave, pero está claro que China seguirá siendo un actor central —no ya por sus préstamos, sino por su peso económico y comercial— en el futuro de Latinoamérica.

NTF