Un grito resonó en el vació del estadio Nacional de Varsovia. Era de Camavinga. El internacional francés cayó al suelo después de chocar con Tchouaméni y el entrenamiento se detuvo de manera inmediata. Los gestos de alguno de sus compañeros, unidos al grito, dispararon las alarmas. Un silencio frío lo dominó todo.

Camavinga, rodeado de sus compañeros, fue atendido sobre el césped. Después de varios minutos en el suelo, se levantó y quedó claro que no iba seguir en el entrenamiento. El nuevo 6 del Madrid se encaminó a la caseta sin dar síntomas de que la lesión fuese serie. Llegó a línea de banda sin apenas cojear, pero lo que sí iba era muy enfadado. Antes de meterse en el túnel de vestuarios se quitó el peto y lo lanzó al suelo.

Ya en la caseta se le realizó una exploración para saber qué tipo de problema real sufre Camavinga. Ese primer examen descarta una lesión grave en la zona dañada, la pierna izquierda. Aún así se prefiere esperar al paso de las horas para ver cómo evoluciona la zona afectada. No jugará la final ante la Atalanta.

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