Aunque pueda parecer extraño, el PSG firmó ayer el mejor encuentro de la temporada sin Neymar. Quizá con menos talento, pero sin duda con más equilibrio. Mbappé partió desde la banda izquierda con permiso para pisar otras zonas del campo, y Messi fue como tantas otras veces un verso libre en un ataque completado por un remangado Di María. Sacrificado en el repliegue, supo encontrar su sitio para plantearle una seria duda a Pochettino.

No se espera a Neymar hasta el año que viene tras lesionarse en el tobillo pero sus actuaciones no han terminado de entusiasmar a la gente. El 10 condiciona la estructura porque obliga a Mbappé a situarse en el centro, una posición a la que se ha adaptado con creces porque tiene gol aunque no sea la que más favorezca a su juego. El francés pide metros para correr y explotar todas sus virtudes y se solapa a menudo con Neymar, con las mismas necesidades.

Tras mucho tiempo, Pochettino recibió el aprobado por su planteamiento táctico contra el Brujas: “Situar a Verratti como pivote, como frente al City, dio sus frutos. Con Di María y Gueye asumiendo responsabilidades defensivas, el PSG fue más eficiente”, asegura L’Équipe esta mañana. El equipo se sintió a gusto en un partido en el que todo le salió de cara. Abrió pronto el marcador y el juego fue mucho más fluido que en otras ocasiones.

Mbappé y Messi se entendieron con la mirada. El francés vio al ex del Barça para que éste confirmara el 3-0 antes del descanso y se fundieron en un abrazo que denota complicidad entre ambos. Falta ahora que exista también con Neymar, un futbolista insustituible por ser quien es, aunque a Pochettino le surja ahora la duda de qué hacer para exprimir al máximo a un equipo al que solo le vale la Champions. El 10 va a tener que esforzarse para recuperar su puesto.

TOMADO DE MUNDO DEPORTIVO