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(VIDEO) UN GOL PARA CADA UNO: Holanda y España empataron

España pudo ganar y pudo perder. Un rato de ilusión y otro de duda. Hay media hora en la que no parece imposible soñar con la Eurocopa y de ahí se pasa a un bofetón. La España mecánica de unas jugadas se transforma en la España blandiita de otras. Luis Enrique sacó chapas nuevas para jugar en Amsterdam. Koke y Morata, uno con el frac, y el otro con la perforadora, destacaron en una selección que continúa en el laboratorio.

España comenzó con prisa. Le quitó a Holanda el balón, una herejía para los herederos de Cruyff. Los socios del centro del campo, Koke, Rodri y Canales, eran los emperadores de la nevera holandesa. Con ellos crecía el juego español en una primera mitad que dejó fases de caramelo. Cuando el partido se rompió tras el descanso Holanda igualó fuerzas. En la maraña de cambios sacó más petróleo la selección de De Boer, una perdonavidas con De Jong y Depay. El sevillista falló una de esas ocasiones que desespera a Lopetegui.

En un estadio Johan Cruyff de día feliz y normal se pediría entrar con una camiseta con el ’14’ debajo de la gabardina, se haría un rondo con una cajetilla de tabaco, se alinearían dos defensas, se dejaría seco un chupa-chups y se hablaría en ‘cruyffés’, el idioma que todos entendíamos. Toca conformarse con el sonido estéreo del toque al balón y el eco, como si todo se hiciese en una emboscada entre montañas en un western.

Había venta de lupas para cada novedad de Luis Enrique. Morata llegó con la cara de la Juventus. En el viaje han ganado el jugador y el Atlético. El delantero, un colchón de balones, fue una fábrica de líos para los holandeses. Salía del área, controlaba, miraba y se asociaba. Así llegó el primer gol de Canales.

Koke pasaba del almacén de olvidados a llevar el brazalete de capitán. Al rojiblanco, con muchas cicatrices ya en la carrera, no le asusta ningún callejón. Lo hizo todo bien. Estaba cuando se le necesitaba, daba aire a cualquier balón peligroso y pisaba como si la selección le perteneciera.

Unos metros más adelante aguardaba Asensio. Es imposible no esperar letreros grandes de un futbolista así. Corre el riesgo de ser el amigo que se retrasa y llega con la cena acabada. Es un genio, comentarán todos, pero ya se han marchado a casa. El zurdo, sin la confianza de sus días grandes, desaprovechó balones para hacer caja. A esperar.

Entre las novedades y los habituales en Amsterdam se vio que se sabe lo que quiere Luis Enrique. La selección se fue al cuello de Holanda, a su área chica, a no dejarla respirar. Había serio riesgo de lesión cardiaca en cada balón que tocaba Unai Simón en corto en el área. Está ensayado, lo que no deja de provocar cortes de digestión.

Otra norma es que el fútbol de ahora es un equipo con muchos lesionados contra otro equipo con muchos lesionados. Mandan los calendarios, hay que ver veintidós jugadores en la televisión y da igual quienes sean. Van Dijk, De Ligt, Ansu Fati, Navas, Carvajal o Thiago, por citar algunos, estaban ausentes y le robaban color y jerarquía al partido.

Al pelotón de dañados se unió a los cuatro minutos Aké, de la factoría de centrales del City. El central se echó la mano a la parte de atrás del muslo, el gesto con el que no hace falta parte médico. Con tanta prueba el espectáculo aparecía con asterisco desde el túnel del vestuario. Más tarde Gayà recibió un frentazo fortuito de Hateboer que le obligó a dejar sitio a Reguilón.

Con el partido sin guión fue Holanda, que había relevado a De Jong el azulgrana, la que rozó el éxito. Luis Enrique relevó a la vez a Morata, Gerard y Asensio por Adama, Ferran Torres y Dani Olmo. No había tiempo para más. Holanda perdonaba la vida y España se iba con dudas. Son los tiempos que corren. Entre la ilusión y la desazón.

TOMADO DE MARCA

Víctor Loor Bonilla: @victorloorb - Director Editorial en Studio Fútbol | CEO y Fundador de Direct Fútbol | Panelista del programa Futboleros en WQ Radio