Barcelona ha tenido, este otoño, muchos menos turistas que el año anterior. Hemos leído noticias de cómo ha bajado la ocupación hotelera, las reservan en los grandes restaurantes y el consumo en tiendas. Con muchas menos visitas en la ciudad, también ha bajado, sustancialmente, el número de aficionados extranjeros que pasean por el Camp Nou. Así las cosas, en las últimas fechas, he visto menos turistas que nunca en el Tour Experience, he visto menos gente en la tienda Nike del Barça y, más preocupante todavía, las gradas del estadio están más vacías que nunca en la historia. ¿El motivo? Los asientos que liberaban los abonados y se llenaban gracias al Seient Lliure, ahora quedan vacías. Poco más de 50.000 personas ante el Betis, Eibar, Olympiacos o Deportivo así lo demuestran. En la matinal ante el Celta, sólo 63.000 espectadores. Ni ese sábado al mediodía ni en la noche de domingo ante el Deportivo no se veían, casi, los japoneses y europeos en el Estadi.
Sin duda, los atentados de agosto y la imagen de los porrazos del 1 de octubre son dos imágenes que han dado la vuelta al mundo y que ha convertido, la octava ciudad preferida del mundo, en un sitio donde ahora es mejor no ir. Para el Barça, está bajada de ticketing de entradas, camisetas y museo es importante, mucho más grave es lo que pasa con los grandes patrocinadores. La prudencia, por ejemplo, ha llegado a las dos grandes compañías, una norteamericana y otra asiática, han enfriado su interés por poner el apellido al Camp Nou. No lo han descartado, pero sí prefieren esperar. Así, esos 300 millones de euros que el Barça necesita como condición ‘sine qua non’ para empezar las obras de l’Espai Barça el próximo verano, de momento han entrado en estado de hibernación. Sin duda, estas compañías analizaran con detenimiento el resultado de las elecciones al Parlament de Catalunya de mañana jueves. También la Generalitat y el Ayuntamiento tienen la cabeza puesta en estos trascendentales comicios y la carpeta del nuevo Camp Nou no parece, por ahora, la más urgente.