La frase que se enuncia como el titular fue dicha por el hijo de un futbolista. En el fútbol como en la vida suelen haber dos caras, una muy alegre y la otra triste. En México se dio un fichaje bomba: Ronaldinho al Querétaro.

En el equipo de los «Gallos Blancos» estaba el cupo de extranjeros lleno y uno tuvo que salir, el papá del chico antes mencionado. El uruguayo Diego Guastavino quien reconoció que no estuvo bien en el club, aunque le hacía mucha ilusión jugar con el brasileño.

La televisión mexicana le realizó la siguiente entrevista: