Aparte del tema «Coronavirus en el Ecuador», uno de los temas más polémicos de la semana fue el caso de Renato Ibarra, seleccionado ecuatoriano y ahora ex-jugador del América de México.

El extremo salió en libertad, debido a que solo se lo juzgó por violencia familiar. La esposa Lucely Chalá se retractó y dejó de acusarlo por tentativa de femicidio y tentativa de aborto.

En las redes sociales, espacio muy utilizado para decir lo que quieres con o sin argumentos, la mayoría de aficionados consideran que no deberían darle más trabajo en un equipo, que no debería volver a la selección y que jamás deberían involucrarlo con uno de los grandes clubes de nuestro fútbol; aunque este último de manera innecesaria, porque por lógica no era momento para estar buscando ficharlo.

Ahora, la pregunta del titular. ¿Es justo acabarlo? Jamás se encontró una prueba de la agresión a su esposa. Es improbable grabar el momento en el que te pegan, así que no descarto que haya ocurrido. Pero, ¿cómo saber que sí pasó? Vivimos en un mundo en el que ya estamos acostumbrados «a ver de todo», o de guiarnos en «estadísticas».

Cléber Chalá, papá de la esposa, dijo la semana pasada: «No va a poder negar nada, yo tengo videos de todo». Supuestamente los entregó a Diario Récord. Si tanto quería que descubran lo que hizo a su hija, ¿por qué no los terminó de filtrar bien y salió a la luz? Aparte, en el único video, solo se ve la reacción de Ibarra (muy mala por cierto, no se niega), pero al final grita «Deja que grabe, deja que grabe». Disculpen, pero en mi sano juicio, yo sería de los que no permitiría que me graben si supiera que estoy haciendo algo malo; pero ahí reacciona, dando a entender, que él podría tener la razón; pero para todos no pareciera.

La mujer del jugador, en sus declaraciones a TVNotas relata: «Me jaló del cabello y me empujó contra la pared»; y en la segunda audiencia cuenta: «No me agredió físicamente, no recuerdo haber dado esa declaración». Automáticamente, mucha gente dijo: «Se vendió, esto se hizo por dinero, no quiso dejar sus lujos si es que Ibarra se va a la cárcel, un montón de cosas». Es un caso que se presta para interpretar MUCHAS COSAS.

Pero, ¿cuál es la conclusión? USTEDES NO SABEN QUÉ PASÓ. No tienen cómo comprobar si Renato Ibarra es inocente o culpable; como tampoco sabemos si Lucely Chalá mintió o sí fue víctima. Por lo tanto, no podemos sentenciar a Ibarra y acabar su carrera, peor cuando antes no ha tenido antecedentes de mala disciplina. No podemos señalarlo y acusarlo de golpeador, casi asesino o agresor, cuando al final termina como inocente.

Quizás el tiempo le dé la razón, no; soy partidario de que todo se sabrá en algún momento, pero ahora, Ibarra es inocente. Aspirará a conseguir un equipo y trabajará por volver a donde suele ser llamado, la selección nacional.

Publicado por: Víctor Loor Bonilla