La Copa América está teniendo unas asistencias muy pobres para la entidad del torneo y de los jugadores que participan. Sólo un 41% de espectadores ha acudido a los encuentros disputados hasta el momento. Partidos como el Paraguay-Qatar, jugado en Maracaná ante sólo 19.196 espectadores, o el Uruguay-Ecuador, disputado en el Mineirao frente a 13.611, han sido un absoluto fracaso.

Ni siquiera la anfitriona Brasil llenó el Morumbí en el debut ante Bolivia: hubo 47.260 hinchas de los 67.428 de aforo. Tampoco Argentina, que reunió a 35.572 de los 51.900 que entran en Salvador de Bahía. En total, han acudido a los estadios 129.009 aficionados de los 307.898 que podrían haberlo hecho. Un fracaso en toda regla.

La principal causa de este despoblamiento de las gradas es el alto precio de las entradas. Las más baratas están en torno a los 40 euros, un costo muy elevado para los brasileños en la actual situación de crisis social y económica que vive el país. Estos elevados precios han generado fuertes críticas hacia la CONMEBOL, organizadora del torneo. Alejandro Domínguez, su presidente, se ha negado, sin embargo, a rebajar el precio de las localidades.

«Yo soy del pueblo, siempre voy a predicar por el pueblo, para que esté en los estadios. Pero se sale de nuestras manos, no controlamos los precios de las entradas, en todo caso elevadas”, se quejó Dani Alves, el lateral titular de Brasil, cuando le preguntaron por el asunto. Pese a que se anunció que habría lleno en el encuentro inaugural ante Bolivia, no fue así. Habrá que ver lo que sucede en Salvador de Bahía en el segundo partido, frente a Venezuela. No hay excesivo motivo para el optimismo. La Copa América se despuebla. Un fracaso organizativo para el torneo de selecciones más antiguo de la historia.