Sin fútbol, carácter ni orgullo, el Barça se despidió de otra Champions League tras ser atropellado por el Liverpool de Jürgen Klopp, cuya convicción de ganar fue diametralmente opuesta a la del equipo de Ernesto Valverde. Ni el técnico azulgrana ni sus jugadores supieron contrarrestar el planteamiento arrollador de los ‘reds’, superiores desde el primer minuto al último interpretando punto por punto el guión de partido que tenía en mente el entrenador alemán. Incapaz de responder al Liverpool pese al 1-0 de Divock Origi en el minuto 7, el Barça cavó su tumba en Anfield con toda justicia.

1. IMPOTENCIA ANTE LA PRESIÓN LOCAL Y FALTA DE CONTROL
El Liverpool salió en tromba, como era de esperar. Ya en el primer minuto pudo marcar tras una pérdida de balón en la zona ancha y una incursión de Mané. Sin el 4-4-2 que mejoró la imagen del Barça en el tramo final de la ida, el equipo casi siempre estuvo partido y solo apretó a los ‘reds’ durante diez minutos superado el cuarto de hora generando cuatro ocasiones en las botas de AlbaCoutinho Messi por partida doble.

2. PÉRDIDAS DE BALÓN IMPERDONABLES; ALBA, LÍDER CON 21
Sabiendo que el Liverpool explota al máximo los errores del rival provocando pérdidas con su presión, el Barça concedió muchas opciones de superioridad para el Liverpool en campo propio ahogado en la salida de balón. Jordi Alba regaló el 1-0 y el 3-0. Fueron dos de los 21 balones que perdió siendo el azulgrana líder en dicho capítulo. En el Camp Nou se quedó en 13, mientras Gerard Piqué pasó de seis en Barcelona a 13 en Anfield. Al central no se le vio tirando de balones en los momentos más duros como en el resto de la campaña.

3. SIN TENSIÓN E INTENSIDAD: SOLO DOS FALTAS EN LA PRIMERA MITAD
El Barça acabó con nueve faltas cometidas por 12 del Liverpool y solo dos de ellas fueron antes del descanso. La segunda, de Sergio Busquets, que le costó una amarilla que acabó condicionando su intensidad el resto del encuentro. Lo mismo le pasó a Rakitic, con la amonestación en el 53’, justo antes de los dos goles de Wijnaldum en el 54’ y el 56’. Ni ‘Busi’ ni el croata volvieron a cometer una falta por miedo a la roja pero fue en cambio Arturo Vidal, el que más mordió arriba, el sacrificado por Valverde para dar entrada a Arthur en el 75’, cuatro minutos antes del 4-0 de Origi. La parálisis del Barça en el córner que dio el billete al Liverpool fue la representación más gráfica de una tensión competitiva insólita para una semifinal de Champions en la que los ‘reds’ corrieron 112 kilómetros, siete más que los culés.

4. SIN ACIERTO ANTE LA PORTERÍA RIVAL
Cinco remates a puerta, los mismos que en la ida, y ocho en total fueron la aportación ofensiva de un Barça que, a diferencia de Roma, sí generó ocasiones para meter un gol que habría hecho más difícil la remontada ‘red’. Pero ni AlbaCoutinhoMessi en la primera parte ni especialmente Suárez, en otro mano a mano fabricado por Leo poco antes del 2-0, definieron bien ante Alisson. El ‘9’ del Barça cumplirá cuatro años en septiembre de su último gol fuera en Champions, donde los azulgrana solo han anotado dos tantos en siete partidos de eliminatorias durante los últimos tres cursos europeos: 1-1 ante el Chelsea en la ida de octavos 2017-18 y 0-1 contra el Manchester United en la ida de cuartos 2018-19. El Liverpool, en cambio, metió cuatro goles en cinco disparos a puerta. El Barça solo había recibido seis tantos en Champions en los 11 partidos anteriores.

5. INCAPACIDAD PARA REACCIONAR
El equipo de Ernesto Valverde salió en el segundo tiempo peor que en el primero pese a estar avisado. El Liverpool acorraló al Barça hasta meter el 2-0 y el 3-0 del 54’ al 56’. Con más de media hora por delante, los azulgrana no se sobrepusieron a la adversidad con una sensación anticipada e imperdonable de capitulación. Desde el segundo gol de Wijnaldum solo se contabilizó una ocasión de Messi abortada por Alisson. Nada más. Como en Roma tras el 2-0 en el 58’. Un tanto evitaba la prórroga en Anfield y obligaba al Liverpool a meter dos más. Les bastó con uno. Y encima, retratando las vergüenzas del Barça en un córner que pasará a los anales de otro 7 de mayo negro, como el de 1986 ante el Steaua en Sevilla.