El Manchester City se marchó de Anfield cariacontecido, pulverizado por un Liverpool letal. En un silencio casi sepulcral, uno a uno fueron desfilando por la zona mixta del estadio los distintos protagonistas de la debacle europea. Los responsables del material, los jugadores, que más allá de Otamendi y de Kompany no hicieron más declaraciones, y en última instancia Guardiola Estiarte, visiblemente afectados por un 3-0 que les deja al borde de la eliminación en la Champions.

Un sueño del que todavía se resisten a despertar, todavía con el segundo capítulo por escribir. A pesar de la dificultad, Guardiola no se rindió: “Nadie cree que vamos a remontar pero para hacerlo tenemos que apelar a lo mental”, apuntó ayer el técnico catalán, cuya confianza en sus pupilos sigue intacta: “Quedan noventa minutos y jugamos en casa”, avisó Pep, acordándose del partido de liga en el que su equipo le endosó un 5-0 al de Klopp.

Antes de la vuelta de los cuartos de final, al City le aguarda la Premier como consolación. Si el cuadro de Guardiola gana al United en el derbi de Manchester, el Etihad cantará el alirón. Pero la pregunta que se hacen ahora en la ciudad es: “¿Cómo se celebra la liga?”, partiendo del actual escenario en el que el City, afectado por lo ocurrido en Anfield, está contra las cuerdas. Ganar la Premier, según Pep, era y es el gran objetivo, aunque la derrota frente al Liverpool puede convertir el festejo en algo agridulce.

Ganar la Premier, sin embargo, puede servir también como trampolín emocional. Un triunfo ante el conjunto de Mourinho renovaría la ilusión en Champions. Una especie de ‘Yes we can’ (Sí podemos) a la inglesa antes de recibir al Liverpool, que a pesar del vendaval ofensivo tiene lagunas en defensa que le podrían costar caro en Manchester. La eliminatoria está muy encarrilada para los hombres de Klopp, pero el City no ha arrojado la toalla. El reto es mayúsculo, casi una quimera, pero nada se descarta cuando se trata de un equipo de Guardiola.