Fue un simple partido de Copa de la Liga (una competición menor en el fútbol francés) en casa del Rennes, un club conocido por ser una de las víctimas predilectas del PSG. Ganó el equipo parisino (2-3) y se clasificó para la final. Sin embargo, este encuentro, que se celebró el martes por la noche en la Bretaña (oeste de Francia), se recordará más por el comportamiento condenable de las estrellas del club de la capital que por el juego y el resultado final.

Un problema ya recurrente que representa, en definitiva, el gran desafío que tiene por delante Unai Emery, el técnico español del PSG. En Rennes, Kylian Mbappé, que volvió a jugar después de su espantoso choque con el portero del Lyon hace diez días, hizo una entrada muy fea y peligrosa sobre un rival (además lejos de la portería), provocándole un corte muy visible en el gemelo del jugador y el destrozo de su media. Con la ayuda del VAR, el árbitro no dudo expulsar al joven delantero francés. Era la primera vez en su carrera que Mbappé era sancionado con una roja y, más allá de este hecho, lo que más sorprendió del otro lado de los Pirineos fue la actitud un poco “chulesca” que tuvo al abandonar el terreno de juego, con gestos incluidos a la cámara de televisión.