La declaración de Luis Bedoya, ex presidente de la Federación de Colombia, ante la Corte Federal de Brooklyn, sigue dando material en el contexto del FIFA Gate. El ex dirigente que, según informó el periodista Ken Bensinger, vive en un departamento de dos dormitorios y dos baños alquilado por el Gobierno de Estados Unidos, realizó nuevas revelaciones de carácter personal y también en relación con los manejos de la Conmebol. Y en su relato volvió a aparecer la figura de Julio Grondona, como un personaje al que el resto de los dirigentes de Sudamérica le respetaba su «poder».

Le iba bien a Bedoya desde su posición en la dirigencia del fútbol. Según su declaración, recaudaba alrededor de 660.000 dólares por año, entre lo que cobraba de su federación, de Conmebol y de FIFA. Eso sin contar los tres millones de dólares en sobornos que calculó haber reunido. Ahora bien, ¿dónde escondía el dinero negro? En una conferencia de prensa que había brindado en Colombia, antes de entregarse, había negado tener cuentas en el exterior. Sin embargo, ante la jueza Pamela Chen, Bedoya aceptó tener una cuenta en Suiza. Secreta. Muy secreta. «Manuel Burga (Perú), Juan Ángel Napout (Paraguay) y Luis Chiriboga (Ecuador) sabían de la cuenta», indicó. Pero no su familia. Ni su esposa. Ese detalle dio pie a un diálogo imperdible.

Abogada de Napout: ¿Entonces confiabas más en Burga, Napout y Chiriboga que en tu propia mujer?
Bedoya: Por supuesto. En este tema, sí.
Abogada de Napout: Y si hubieras muerto, ¿habría millones de dólares en una cuenta suiza y ella no sabría nada?
Bedoya: Correcto.

Otro punto álgido de los dichos de Bedoya pasó por el rol de Julio Grondona como conductor intocable del grupo sudamericano. El colombiano dio a entender que el ex presidente de la AFA y vicepresidente de la FIFA era el «pez gordo» del continente. Y que existía una especie de temor reverencial hacia su figura, que emanaba de «su estilo» para ejercer el poder. Para ilustrar la autoridad del argentino, utilizó una anécdota.  «En 2007, seis países querían alterar el calendario de las Eliminatorias, pero Grondona, no. Así que don Julio mandó a Eduardo Deluca (secretario general de la Conmebol, también argentino) al baño para hablar con Carlos Chávez, de Bolivia. Y cuando regresó, Chávez había cambiado su voto. No había más mayoría para hacer el cambio», concluyó Bedoya.