Insuficiente para unos, preocupante para los otros. Besiktas y Mónaco igualaron (1-1) para no catapultarse los monegascos en sus mínimas opciones y no cerrar su pase los turcos, tal y como soñaban. Estambul preparaba una fiesta… Y la tuvo que retrasar para otra ocasión.

En puertas de los octavos de final por primera vez en su historia, el Besiktas cedió los primeros puntos en el torneo para despertar la pesadilla de la pasada temporada, cuando dependiendo de si mismo en la última jornada cayó aplastado en Kiev.

El equipo turco, sorprendente y sólido líder después de ganar en Portugal al Porto, en el Principado al Mónaco y en Estambul al Leipzig, podía concretar su clasificación matemática con una cuarta victoria… Que se le escapó ante el tesón de un rival que, poco menos que eliminado, peleó hasta el último aliento por reengancharse al torneo con una victoria… Que tampoco logró para quedar pendiente de un milagro.

En tiempo añadido del primer acto marcó Rony Lopes un extraordinario gol que comenzó a provocar el pasmo entre la hinchada local, agobiada por el recuerdo de la última temporada e incrédula por lo que sucedía en el campo, donde el dominio del Besiktas durante 46 minutos desembocó en un preocupante 0-1 para el Mónaco.

Tocado en la moral, el equipo de Senol Gunes multiplicó su intensidad en la segunda mitad, pero fue incapaz de batir a Subasic hasta que Jorge derribó a Quaresma en el área y Tosun transformó el penalti para igualar el resultado y convertir el duelo en un ir y venir que pudo dar la victoria a cualquiera.

Babel pecó de egoísmo primero y lo hizo Quaresma después, desperdiciando sendas ocasiones de oro para lograr el 2-1 que pudo ser 1-2 en el minuto 92 por medio de Keita Baldé… Pero nadie acertó y el 1-1, dejando al Besiktas en puertas de los octavos y al Mónaco al borde de la nada, no dejó contento a unos ni a otros.