El futbolista rumano George Calintaru fue el protagonista de un día para el olvido. Su equipo, Juventus de Bucarest, perdía 2-1, y el árbitro le concedió un penal con el tiempo cumplido. Intentó picársela al arquero rival y este no solo lo atajó sino que la jugada desató una serie de problemas posteriores.

La derrota ante el Esteaua Bucarest, una pelea con los compañeros, la renuncia de su entrenador y hasta un dedo fracturado fueron las consecuencias de aquel tiro errado.

Se había cumplido el tiempo reglamentario y los cinco minutos de adición comenzaron a correr, cuando el colegiado marcó la pena máxima. Después de una pequeña discusión entre el jugador de 28 años y Valentin Barbuelscu, para elegir quién iba a rematar, Calintaru se hizo con el balón.

Era una oportunidad de oro para la Juventus Bucarest, quien solo consiguió dos puntos en siete partidos, para quedarse con el empate tras ir cayendo por 2-1. Sin embargo, el número 89 del equipo quiso patear por encima de Arubeño Nita, con la clásica picada, con la mala fortuna de que este no se inclinó para ninguno de sus costados.

Al ver la chance que había desperdiciado, el mismo compañero que le pidió patear el penal fue a regañarlo. Cuando terminó el encuentro, se volvieron a cruzar en la línea y, según medios locales, también en el vestuario.

Como si fuera poco, en la rueda de prensa posterior, Daniel Orpita, entrenador del conjunto rumano, anunció su renuncia y reconoció que se vivió una «discusión acalorada».

«He trabajado aquí dos años y puse el alma. Es la primera vez en la historia que el club llega a la Liga 1, pero voy a dejar el equipo. Fue mí último partido», reconoció el técnico de la Juventus Bucarest.

«No hay razón para continuar. De esta manera corre riesgo mi salud y mi familia. Tengo un destornillador para luchar contra tanques e incluso si ganábamos me hubiera ido», concluyó.

Finalmente, la victoria del Esteaua de Bucarest también dejó un lesionado, ya que, según la prensa rumana, el mismo jugador que malogró el penal terminó fracturándose el dedo de una mano tras golpear una mesa por el fastidio.