«El era un jugador muy bueno, y si recuerdo bien, consiguió ser el máximo anotador de nuestro equipo en la primera temporada», hacía memoria David Glennon, su ex entrenador, cuando le consultaron sobre el paso de Conor McGregor por el Yellowstone irlandés.

Seis años pasaron de aquella travesía del dublinés por el fútbol semiprofesional. Con 22 años su carrera en MMA y su habilidad con el balón en los pies iban en ascenso, pero tuvo que elegir entre sus dos pasiones. Escogió la que en ese momento le generaba mayores ingresos.

Desde que dejó el colegio para trabajar y ayudar con la economía de su hogar, hasta convertirse en uno de los deportistas mejores pagados, Conor McGregor tuvo que recorrer un extenso camino. «Cuando eres niño, el fútbol es una de las cosas que más le gusta a los chicos de Irlanda, Escocia e Inglaterra. Es una parte importante de la cultura y por supuesto soy fan del Celtic», reconocía el luchador en una conferencia de prensa.

A su vez, el bulling constante que sufría por ser muy delgado y de baja estatura lo obligó a iniciarse en las artes marciales. Con 16 años, convivía con ambos entrenamientos, al mismo tiempo que ayudaba a su padre con sus trabajos de fontanería.

Cinco años más tarde, en 2010, el irlandés acumulaba cuatro victorias y dos derrotas en sus primeras peleas. Por otro lado, comenzaba a cumplir uno de los sueños de su infancia: entrar en el primer equipo del Yellowstone de la tercera división de su país.

En sólo una temporada, se convirtió en la máxima estrella del equipo, un talentoso delantero que hacía vibrar a las «cinco personas, un perro y un hombre con paraguas», que acudían al Brickfield Park de Drimnagh, según detalló Glennon.

Su carrera en ambos deportes iba en ascenso, pero el problema llegó en la segunda temporada: «En el primer año estuvo con nosotros todo el campeonato, pero en el segundo, tenías suerte si lo veías una vez por semana, porque se involucró más en las MMA», sentenciaba su ex entrenador y afirmaba que, «el siempre estuvo más interesado en las MMA, por lo tanto era el más en forma del equipo».

Los entrenamientos de MMA eran muy duros y exigentes y optó por alejarse del balón, además, el dinero que dejaban las peleas era mucho mayor: «Le planteamos la situación a los demás jugadores, todos se lo tomaron bien, aunque todavía querían que el siga formando parte del equipo porque ellos sabían que Conor era uno de los mejores jugadores», comentaba el hoy técnico del Stanaway Celtic sobre el fanático de Robbie Keane.

Conor McGregor habló pocas veces en público de su acercamiento al fútbol y nunca brindó demasiados detalles. «Sí, jugué. Yo pienso que hay ciertas cosas que se están malinterpretando, algunos dicen que mis patadas son fuertes porque jugué al fútbol. En realidad son fuertes por que practiqué patadas», fue una de sus declaraciones.

Su récord siguió creciendo a la par de su popularidad en el mundo de las artes marciales mixtas. En 2013, enfocado solamente en las luchas, firmó su primer contrato con la UFC. Lejos del resentimiento por haberlos abandonado, David Glennon, le dejó las puertas abiertas de su equipo: «No creo que tenga algún interés en regresar, pero si lo desea, lo apreciaríamos bastante».