En otro más de sus récords, que más que enorgullecer avergüenzan, el fútbol argentino sigue aumentando la cantidad de días sin actividad. La liga se interrumpió tras completar su 14ª jornada –sobre un total de 30- el pasado 18 de diciembre. Desde entonces el balón no rueda de manera oficial y el regreso, que se iba a producir durante febrero y luego se postergó para este fin de semana, ha vuelto a aplazarse.

El motivo, en este caso, es una huelga llevada a cabo por los futbolistas, pero decir sólo eso sería simplificar algo que de simple no tiene nada: El programa ‘Fútbol para Todos’, por el cual el Estado nacional sustentaba económicamente al fútbol argentino, fue firmado por el fallecido presidente de AFA Julio Grondona y la gestión de Cristina Kirchner, y tenía vigencia hasta 2019, pero el actual gobierno nacional de Mauricio Macri lo vetó, aunque con la promesa de pagar una última cuota.

Ese dinero -350 millones de pesos, unos 21,5 millones de euros- fue depositado por el Estado en la cuenta de AFA el pasado jueves. Con ese montante, más un extra aportado por un fondo solidario creado por los clubs saneados y de mayores ingresos, alcanzaría para saldar la deuda con los jugadores tanto de Primera como de las categorías de ascenso, que algunos casos llevan hasta seis meses sin cobrar sus sueldos.

Los futbolistas, firmes

El problema es que ese dinero aún no llegó a las cuentas de los futbolistas, y éstos se mantienen firmes en su postura de no volver a jugar hasta tanto eso no se concrete y todos estén al día.

En una reunión que se extendió hasta la madrugada del viernes, los capitanes de los equipos, en conjunto con los representantes sindicales, acordaron mantener la vía del paro, más allá de la presión de los dirigentes de sus propios clubs, de AFA y hasta del Estado.

Ante esto, la Comisión Normalizadora –conduce la Federación hasta que vuelvan a celebrarse elecciones- reaccionó con un comunicado que intima a los clubs a presentar equipos en campo este mismo fin de semana. También intervino el Ministerio de Trabajo de la Nación dictando la conciliación obligatoria, por la cual los futbolistas estarían obligados a cumplir con su trabajo, o sea jugar.

Así y todo, y más allá de diferencias internas en el gremio –que las hay y profundas-, los jugadores, desafiantes, reafirman la posición de no jugar. Algunas directivas les apoyan, pero otras, atemorizadas por posibles multas o sanciones, plantearon la opción de poner en campo equipos con juveniles.

Plantillas desplazadas y más incertidumbre

La confusión y las contradicciones son tales que la plantilla de Godoy Cruz se desplazó de Mendoza a Rosario (900 kilómetros), donde debía enfrentarse a Rosario Central este viernes, y lo mismo sucedió con la de Belgrano, que viajó de Córdoba a Buenos Aires (700 km) para medirse a San Lorenzo.

Si el dinero finalmente llega a las cuentas de los jugadores y éstos levantan la medida, se barajan dos opciones: reprogramar la 15ª jornada para lunes y martes o directamente empezar el próximo fin de semana. Aunque en este lío que es el fútbol argentino, atreverse a afirmar algo suena a locura o misión imposible.