¿Por qué se va Luis Enrique? Por lo mismo que se fue Guardiola. Por el agotamiento físico y mental que genera estar sentado en el banquillo del Barça. Pep anunció que abandonaba el club porque se había quedado «vacío». Luis Enrique ha utilizado un eufemismo parecido: «Necesito descansar». Ambos técnicos, cada uno a su manera, han demostrado su obesión, casi enfermiza, por el perfeccionismo. Y eso, sin duda, pasa factura.

Luis Enrique no estaba ahora enfrentado con los jugadores. Sí lo estuvo en su día. Hace dos años. Después de aquella derrota en Anoeta que provocó una auténtica revolución que acabó con la destitución del más débil: el director deportivo Andoni Zubizarreta. En aquel momento, Luis Enrique estaba peleado con Messi y no tenía excesiva buena relación con el resto de los cracks. No entendía que necesitaran un trato especial. Hasta que no tuvo más remedio que aceptarlo.

Desde entonces, todo ha cambiado. No es que sea amigo de sus futbolistas (la verdad es que Luis Enrique tiene muy pocos amigos y tampoco tiene un entorno mediático como Guardiola), pero ha sabido gestionar con más delicadeza los equilibrios de un vestuario tan complejo como el blaugrana. Y ahora los jugadores (Messi entre ellos) se sienten más próximos al asturiano. Por eso les ha cogido por sorpresa su decisión.

Una decisión que tiene mucho que ver con la ilusión. Cuando Luis Enrique dijo, antes del partido contra el Sporting, que estaba pletórico mentía. O tiraba de ironía ante el ‘acoso’ de la prensa. Porque el técnico asturiano siempre ha considerado a los periodistas como los enemigos. Ni siquiera los consejos de un ex director de comunicación del Barça le hicieron cambiar de opinión. A los medios, ni agua. Luis Enrique estaba harto de tener que enfrentarse cuatro veces por semana al escrutinio de los periodistas en las ruedas de prensa…

Luis Enrique no está pletórico. Ni mucho menos. Está agotado. Y no se ve con fuerzas para seguir en el banquillo del Barça. Y, mucho menos, para asumir las difíciles decisiones que se deberán tomar el próximo verano. La remodelación de la plantilla se la deja a Robert Fernández. Y al técnico que venga. El se va con un palmarés envidiable (de momento, 8 títulos de 10 posibles), pero con la sensación de que es un incomprendido.