Marcelo es el claro ejemplo de que algo no funciona en el Real Madrid. El lateral brasileño mostró en Liga ante el Sevilla que su reserva de gasolina está bajo mínimos y sin su poderío físico, el Madrid sufre atrás y arriba. En el encuentro del Pizjuán, provocó la falta del gol de Ramos en propia puerta. Lo hizo con una entrada dura e inútil a Mariano cuando el lateral sevillista pocas opciones tenía de crear peligro.

Una falta de concentración de Marcelo que abrió la caja de Pandora de los males blancos en Sevilla. En ese encuentro, con tres centrales y Marcelo en el medio, el brasileño no creó el peligro esperado por Zidane por su banda y tampoco estuvo fino defendiendo.

Ante el Celta, se repitió la escena de ver a un Marcelo cansado, sin crear peligro en ataque y endeble en defensa. Su banda, como la de Danilo, fue una autopista para el ataque celtiña. Ya se vio desde el primer minuto que Marcelo no está para muchas exhibiciones físicas.

Zidane lo sabe, pero también es consciente que no tiene un relevo de garantías para él. Coentrao no está ni se le espera y siempre está la carta de Nacho, pero si bien cumple defensivamente, no tiene la velocidad no el regate de Marcelo.

Así las cosas, a Zidane se le presenta un grave problema porque Marcelo está cansado y no tiene relevo salvo que decida poner a Asensio en el lateral, aunque eso suena bastante descabellado. Lo que está claro es que el entrenador francés algo tiene que hacer porque, además, en el vestuario ya comienzan a temer que si continúan sin dar descanso a Marcelo, éste podría ser el próximo lesionado en el Real Madrid.