El empate a uno, que dejó la final de la cuarta división del fútbol uruguayo entre Boca Juniors y Conventos, fue arbitrado por un polémico juez el cual acusaron de dirigir borracho.

Raúl Mariño fue denunciado por golpear a un jugador menor de edad, ya que los equipos estaban conformados por jóvenes entre 17 y 18 años. Además, se cayó en medio de la cancha y se tambaleaba a la hora de arbitrar.

El colegiado, en su afán de querer cobrar e incidir en el partido, ordenó, dos veces, la ejecución de un penal para el equipo de Conventos. Con ese gol, Boca Juniors no pudo ser el campeón anual del torneo.

Finalmente, los espectadores que se encontraban en el Estadio Salesiano, de Cerro Largo, lo denunciaron por haber impartido justicia en un avanzado estado etílico.

Al terminar el partido la policía acudió al lugar, alarmados por los fanáticos que se encontraban viendo el partido. Según el sitio web «Ovación», Mariño terminó en la comisaría, al darle 1,5 gramos de alcohol en sangre.