Mauro Icardi está en el ojo de la tormenta en Inter. La publicación de un libro en el que cuenta su vida generó el enojo de una facción de la hinchada. A continuación el episodio que desató la furia de los tifosi.
La historia se retrotae a febrero del año pasado cuando Icardi lanzó una camiseta a la tribuna en la que se encontraban los seguidores más radicales del Inter de visita al Mapei Stadium de Reggio Emilia y ésta le fue devuelta al césped con desprecio lo que encendió una situación tensa entre el jugador y la hinchada que parecía haber quedado enterrada en el pasado a base de goles.
Sin embargo, el relato que ha hecho el futbolista de los hechos en su biografía ha sido tomado como una traición por los integrantes del grupo la Curva interista. «Estaba enfadado porque había jugado muy poco. Los aficionados comenzaron a silbar y nos llamaron a la grada. Tuve el valor de afrontarlos junto a Guarín. Mientras me voy acercando, recibo insultos y gritos de todo tipo. Al lado de la red hay un niño que me pide la camiseta. […] Lástima que un capo ultra se la quita y me la lanza de vuelta con desprecio», relata Icardi en esas páginas.
«En ese momento, me hubiese gustado golpearle por el gesto de bastardo que acababa de hacer. Y comencé a insultarle de forma dura: ‘Pedazo de mierda, te haces el valiente y el prepotente con un niño para hacerte ver por toda la grada. ¿Te crees duro? Deberías avergonzarte, deberíais avergonzaros todos’. Dicho esto, le tiré la camiseta a la cara. Con el estadio vacío, la dirigencia nos envía de nuevo al césped para hablar con los tifosi. Me ofrezco voluntario, no tenía ningún miedo de ninguno de ellos. Los ultras pretenden que me disculpe pero yo no debía pedir perdón por nada y enciendo los ánimos: ‘Si sois aficionados de verdad, tendríais que aplaudir cuando se gana pero también cuando se pierde», añade el rosarino en su biografía.
Y sigue: «Nadie antes había tenido el valor de enfrentarse de forma tan directa a los capos históricos de la hinchada interista. En el vestuario me reciben como a un ídolo pero los dirigentes presentes temían que los aficionados pudiesen esperarme debajo de mi casa para hacérmela pagar aunque yo fui muy claro: ‘Estoy dispuesto a enfrentarme a todos ellos uno a uno. Quizá no sepan que he crecido en uno de los barrios sudamericanos con mayor criminalidad, con cádaveres por las calles. ¿Cuántos son? ¿Cincuenta, cien, doscientos? Perfecto pues hacedles saber que traeré a cien criminales de Argentina que los matarán allí mismo’. Había lanzado estas frases exageradas para hacerles entender que no iba a plegarme por sus amenazas».
La respuesta de los ultras no se hizo esperar y las pancartas en alusión a Mauro Icardi en el Giuseppe Meazza fueron una constante durante la derrota del Inter ante el Cagliari en la que, además, el nueve argentino falló un penalti con 0-0 en el marcador rodeado por una atmósfera de tensión máxima sobre su figura y una división de ánimos entre los diversos sectores del estadio que variaba del odio a los aplausos, incluso tras el fallo desde los once metros.
En los mensajes colgados de la Curva Nord de San Siro podían leerse proclamas como «Utilizas a un niño para justificarte y salpicarnos… ni eres un hombre, ni eres un capitán, eres sólo una vil mierda», «Icardi: el bastardo eres tú, inventándote estupideces para vender más mercenario infame» o «100 goles y 100 trofeos no borrarán la mierda que eres», indicándole además que se quitase la cinta de capitán del equipo.
No quedó ahí la situación, ya que un grupo de unos cuarenta ultras nerazzurri se presentaron ya de noche a las puertas de la vivienda del capitán del Inter, dispuestos a enfrentarse con el futbolista argentino y con otra pancarta en la que rezaba «nosotros aquí estamos, avísanos cuando lleguen tus amigos argentinos». Una situación que obligó al portero de la finca a mostrar su pistola para dispersar a los tifosi radicales allí presentes.