Jefferson Montero se ha llevado ‘las luces’ de la Premier League con sus buenas actuaciones, el Swansea hasta el momento ha dado un par de campanazos que han hecho que se tome más en serio al equipo donde Jeff es protagonista.

Ahora no solo las gambetas de Jeff han sido las que lo han llevado a la atención del público, sino sus orígenes humildes que lo tienen como una de las figuras que más llama la atención.

El portal de fútbol FUTEBOLCIDADE ha publicado un muy interesante artículo escrito por Ian Walker que trata sobre Jeff Montero , sus orígenes y lo que significa el fútbol  para haber salido de donde se encontró.

Aquí les presentamos una traducción de lo más importante:

Qué tan diferente hubiera sido para Jefferson Montero, el wing de Swansea que pasa sus días desafiando a los defensores a lo largo y ancho de la banda de los campos de fútbol con su drible agresivo y su juego energético, quedarse  cortando y encajando bananas en las plantaciones de Los Ríos, provincia ecuatoriana donde nació y creció.

Los Ríos es una de las tres más grandes provincias en la producción de bananas en el país que provee más bananas que cualquier otro país en el mundo. El trabajo es fuerte y exhaustivo y también tóxico, por años grupos de Derechos Humanos han condenado las condiciones en las que se realiza trabajo en estos lugares.

De aquí es de donde viene Jefferson Montero, en su primera entrevista en el Reino Unido el año pasado, Montero dijo que si no fuera por el fútbol, él hubiera seguido los pasos de su padre en las plantaciones de banano.

Tuvo que realizar un tratamiento de hormonas de crecimiento para que pueda llegar a su estatura actual 1.70 cm, su estatura corta lo hace más difícil de parar, su cintura va para un lugar pero sus piernas van para otra, con la rapidez y predictibilidad de una abeja  evasiva.

Por algún motivo, Ecuador continúa produciendo estos wingers con estas características que parecen ser de otra era, olvidaron que en el fútbol actual tener mucho drible y hacer quedar en ridículo a tu rival no es de mal gusto y Montero no es alejado de eso. Contra el Chelsea sus compañeros se dieron cuenta que lo mejor era sobre cargar la banda derecha y cambiarla a la izquierda, donde está Montero esperando su oportunidad para hacer correr a sus opositores.

Quizás corre tanto porque todavía quiere escapar de la vida que casi tuvo, a esa vida pequeña que algunos ecuatorianos están obligados a llevar en las plantaciones de banano. Quizás esos amagues y fintas no tienen la intención completa de llevarse a algún defensor sino también para sacudir ese pasado duro que no quiere nunca más en su familia. Quizás cuando tenga la pelota y corra con ella, se desvanezcan los recuerdos hasta ver que ha construido una buena vida y futuro para su familia.

Una cosa sí sabemos: Jefferson Montero no es el primero, ni será el último ecuatoriano en tener éxito a través del fútbol. Su compatriota Antonio Valencia solía vender bebidas con su madre fuera de un estadio del club de fútbol local cuando era joven, y entonces buscar las botellas vacías para dar a su padre a vender. Enner Valencia, ahora también en la Premier League, pasó sus primeros días en el Club Emelec durmiendo en alojamientos muy simples a veces con apenas lo suficiente para comer después de salir de su pobre casa en Esmeraldas.

Pero mientras que Jefferson Montero y sus colegas ecuatorianos se pongan  las botas y abran paso en los campos de la liga más rica del mundo, miles de otros niños ecuatorianos pobres sueñan con seguir el mismo camino.