En la época que en Argentina el pan subía 120% mientras se hacía fila para comprarlo o el kilo de carne podía cotizar en varios millones de pesos, el entonces presidente Carlos Saul Menem vivía en una dimensión desconocida, en una paralela a la realidad. A mediados de los noventa, cuando Carlo recibió una Ferrari Testarossa como «agradecimiento» por los favores otorgados a un consorcio italiano durante un sospechosísimo proceso de licitación, el ex se dio el lujo de usarla para cubrir los 404 kilómetros que separan a Buenos Aires de Mar del Plata en poco menos de tres horas. «Presidente, usted llegó a Mar del Plata con un promedio superior a los 150 kilómetros por hora, pero la ley no permite ir a más de 100. ¿Cómo es posible?», le preguntó un periodista. «Sí, es verdad lo que dice, no se puede ir a más de 100… ¡Pero yo soy el presidente!», respondió Menem. Y la mayoría de los presentes le festejó la hazaña.

Una semana atrás Arturo Vidal, la flamante estrella de la selección chilena, se compraba una Ferrari último modelo, la misma que 4 días después chocaría contra otro vehículo en la ruta que une Santiago con el casino Monticello. Solo pasaron unas horas para que se conociera un video en donde se lo mostraba insultando a los carabineros que lo llevaron detenido por manejar en estado de ebriedad y se levantó una investigación para aclarar la situación. Cuando los comentarios más negativos lo dejaban fuera de la Copa América por una supuesta expulsión por parte de la ANFP, a eso del mediodía, el mismísimo entrenador Jorge Sampaoli salió a reconocer los hechos pero aseguro la permanencia del jugador en la selección y lo confirmo contra Bolivia.

Apenas se conoció la noticia, el debate se generó casi simultáneo. Por un lado, los que apoyan al jugador sacaron a relucir su vida sufrida, que comenzó con el abandono de su padre cuando el volante era un niño y la crianza de cinco hijos recayó en su madre Jaqueline mientras que la otra parte votaba porque se debía sancionar a Vidal por su actitud, que el peso de la ley debe ser igual para todos. Todos sabemos que King Arturo no perderá pero el que si va a perder tarde o temprano será Sampaoli; si lo sancionaba y lo sacaba del plantel en esta Copa América, le iban a reprochar al entrenador por prescindir de uno de los mejores jugadores del plantel chileno pero si el director técnico lo perdonaba y sigue jugando, lo condenarán por ser tan flexible.

El poderoso caballero cree que por venir de un origen humilde o tener un talento especial en un deporte de masas puede salir indemne; no es la primera vez que sus desenfrenos roban portadas, recordemos la pelea que protagonizó en una discoteca de Turín al increpar a una mujer que iba acompañada o el llegar tarde y bebido a la concentración de la selección por asistir al bautizo de un hijo de Valdivia. Todo parece indicar que el futbolista está acostumbrado a permitirse ciertos excesos con el convencimiento de que a alguien como él, esas debilidades le están permitidas.

Tanto a Menem como Vidal les encantan los coches de la reconocida marca italiana de automóviles para circular por las carreteras de sus países a velocidades prohibidas y temerarias, pero mientras al ex presidente argentino no le paso nada, el futbolista chileno utiliza su figura mediática intentando convertirse en una especie de mártir que merece ser desagraviado. Pero no se preocupen, la tormenta durara hasta que el crack anote el próximo gol o regale la siguiente gambeta, porque es evidente que para el pueblo, la pasión está por encima de las reglas.