“El fútbol consiste básicamente en dos cosas. Primero: cuando tienes la pelota, debes ser capaz de pasarla correctamente. Segundo: cuando te pasan la pelota, debes ser capaz de controlarla. Si no la controlas, tampoco puedes pasarla. Puedes jugar mucho, pero si no la metes, no ganas.” – Johan Cruyff

Hasta el momento Barcelona ha disputado 5 partidos oficiales en este 2015. En esos 5 encuentros le han marcado 8 goles, 5 por Campeonato Nacional y 3 por Copa Libertadores. Los amarillos sólo han ganado un partido. Son malos resultados y malas estadísticas, pero hay aspectos más importantes que las cifras: la falta de trabajo, el mal juego colectivo, la reiteración de errores y la falta de corrección en los detalles.

Primero lo primero. Está claro que Barcelona no es un equipo de procesos. No existe respeto por la planificación cayendo en el error de sucumbir ante la presión, tanto interna como externa. Un equipo que contrata 12 jugadores nuevos (contando los que regresaron después de haber sido cedidos) no puede hablar de procesos. La dinámica de Barcelona durante los últimos años ha sido la de tener muy malas primeras etapas, para luego mejorar su rendimiento en las segundas etapas lo que le ha permitido tener protagonismo jugando finales y/o clasificándose a torneos internacionales; pero al inicio de un nuevo torneo la dinámica vuelve a ser la misma. Seamos claros al decir que si Barcelona ha alcanzado mejores rendimientos o resultados en esas segundas etapas, ha sido más por la dependencia de un jugador, que por un buen juego colectivo. En el 2012 fue Díaz y en el 2014 fue Blanco.

Así llegamos a un segundo aspecto fundamental: la dependencia. Barcelona es un equipo que no tiene juego colectivo y que recae siempre en los mismos errores. Dentro de esos errores está el de pensar que un jugador puede resolverte todos los problemas. Los jugadores carecen de confianza porque se dan cuenta que las cosas no salen como ellos quisieran, entonces se agarran de ese supuesto líder para que éste resuelva solo. Entonces ocurre lo siguiente, se comienza a abusar del pelotazo al vacío para que Blanco corra a ver si la pesca y puede embocarla. Es Blanco solo en el frente de ataque. La transición ofensiva medio campo-delantera simplemente no existe. Y entonces también tenemos al solitario Alemán, que en lo poco que ha jugado ha demostrado tener condiciones que en este momento están por encima de lo que hace el equipo. El argentino busca la pelota, se acerca, pide el pase e intenta hacer algo. El problema es que nadie lo acompaña, él levanta la cabeza y no ve a nadie. Esa jugada no llega a nada.

Ahora retrocedamos unos cuantos metros: el sector defensivo de Barcelona. Durante todo el 2014 se criticó duramente la línea de defensores del equipo, y era justamente en esa defensa donde se pensó que se invertiría de manera acertada. Y digo acertada porque sí se invirtió, pero creo que no de manera acertada y ciertamente no lo suficiente. Barcelona tiene a Perlaza, Lamas, Checha, De la Torre, R. Oyola, Velazco, Cedeño y Calderón. Nombres no le faltan, pero cantidad no es calidad. Sea la que sea la combinación que se utilice la defensa no funciona. No existe la marca personal al jugador del equipo contrario, se dejan muchos espacios y el rival entra con pelota dominada al piso, así como con centros altos. ¿Cómo rechaza Barcelona? A donde salga. No hay pausa y ciertamente no hay el “salir jugando”. La defesa de Barcelona no elabora ninguna jugada, no cuida la pelota, no levantan la cabeza para tener una visión de juego. Los laterales ni marcan ni atacan por las bandas, y si por alguna casualidad logran llegar a la otra línea los centros son tan defectuosos que quedan en eso.

Bajo los tres palos tenemos a un poco esforzado Banguera. Máximo Banguera es la representación de la inseguridad y nerviosismo que vive la plantilla. Además es un portero poco sacrificado y poco trabajado. Quizás sea porque siente que no tiene competencia de nadie para que le quiten el puesto, pero lo cierto es que la inseguridad se ha apoderado del arco y los errores son reiterativos partido tras partido.

Barcelona es un equipo que si no quiere respetar procesos tendrá que aprender a engrasar una maquinaria para que a punta de trabajo pueda comenzar a funcionar como equipo. Se deberá trabajar en los detalles. El fútbol y cada partido están lleno de detalles. No puedes poner a 11 jugadores y que jueguen a lo que salga. Si no sabes a lo que juegas nunca llegarás a nada.

Por: Ab. Sylvia Meneses Echeverría
Máster Internacional en Gestión y Marketing Deportivo
Twitter: @pilumeneses