Las muestras genéticas recogidas en el Parque Nacional de Cat Tien (Vietnam) confirman que el rinoceronte de Java fallecido en 2010 era el último de su especie en el país asiático. El animal murió a manos de cazadores furtivos que arrancaron su cuerno para venderlo en el mercado ilegal, según informa WWF. El cuerno del rinoceronte es uno de los productos estrella de la medicina tradicional china, lo que ha provocado la matanza de cientos de ejemplares en los últimos años, en lo que ya se llama «la crisis del furtivismo». El trágico descubrimiento publicado en el informe «La extinción del rinoceronte de Java (Rhinoceros sondaicus annamiticus) en Vietnam» marca el último capítulo de una especie que el hombre no pudo salvar.

Como un Dinosaurio en Wall Street. Así debió sentirse Juan Román Riquelme cuando llego al Barcelona de Louis Van Gaal, un entrenador para quien la estrategia está por encima del talento; el diestro extraordinario llegaba a la entidad culé después de aquella presentación en sociedad en el lejano oriente, aquel partido al que muchos fueron a ver la dupla Figo-Raúl y terminaron embrujados por el argentino. El ingenioso volante nunca se entendió con el técnico holandés, el brioso potro se negaba a convertirse en pura sangre de hipódromo persiguiendo rivales cuando era un elegante caballo de paso fino que deleitaba con la pelota en sus pies.

Se divorció del blaugrana, se daba hecha su vinculación al Atlético de Madrid que dirigía su mentor Carlos Bianchi, pero Benito Floro lo vistió de amarillo y Manuel Pellegrini lo libero del grillete con bola de acero que arrastraba por el Camp Nou. Riquelme devolvió la confianza con mágicas tardes en el Madrigal, maravillosos tiros libres y pisadas de pelota que levantaban tribunas pero sobretodo, imponiendo su ritmo y dirigiendo una orquesta que llegaría hasta semifinales de Champions League. Después, el principal tripulante del submarino amarillo se amotinaría, entraría en desobediencia al querer alargar sus vacaciones navideñas del 2006, conoció la puerta de salida y dejo atrás su mejor aventura europea. Una vez más la soberbia, devoro a otro mito.

Volvió al club de sus amores, Boca Juniors contrato al hincha qué más quieren los hinchas, regreso para volver a ser la figura indiscutible de su club y catapultarlo de nuevo a la elite sudamericana. Pero la paz con la directiva del xeneize duro poco, el Diez dejo de ser el maestro que cautivaba a la hinchada para convertirse en un jugador caro con tendencia a lesionarse. El estilo de Román siempre tuvo amigos y enemigos, mientras su legión de admiradores le considera la máxima expresión del talento creativo y el dominio de la pelota, sus detractores critican su parsimonioso juego y carácter antipático que exige guardia pretoriana y traje hecho a su medida.

El rinoceronte cazado y el adiós de Riquelme, noticias que confirman la extinción de cada especie. En una época de vértigo y alta dinámica, el único dueño de la pelota brilló jugando en cámara lenta, nos transportó al tiempo en que el futbol eran túneles, sombreros y pasear adversarios en una baldosa, a la era en que la clase y el fino toque te hacían exento de rentas defensivas, lecciones de tablero, cuadriculas en el campo y dibujos de libreta. El último verdadero 10 podía convertir un equipo vulgar y combativo en una fiesta para los ojos, nunca perdió la sencillez del potrero, jamás traiciono su filosofía de como jugar, tacaño con las palabras y derrochador en la cancha. Se va Román, termina el jugador y comienza la leyenda.