Sin lugar a dudas, Emelec es el equipo ecuatoriano que mejor arranque de año ha tenido, reflexión basada en los argumentos netamente futbolísticos que ha mostrado el equipo azul en sus primeros partidos de la temporada, los cuales se han traducido en resultados contabilizables, expresados en la tabla de posiciones, que es lo que finalmente hace que hoy se hable tan bien de Emelec, porque a muy pocos les gusta un equipo que juegue bien pero que no gane.

Más allá de la buena forma física que se nota posee el equipo eléctrico, existe un elemento fundamental que destaca cada vez que vemos jugar a este cuadro: La identidad, el entendimiento colectivo, aquella característica básica que hace que a lo largo de un partido se nos escape la frase «ese equipo juega de memoria».

Y es que Emelec tiene muy desarrollada esta faceta que es trascendental en todos los equipos, porque constituye los cimientos sobre los cuales reposa lo que el equipo práctica dentro del campo de juego. Si un equipo no sabe o entiende a qué juega, no podrá interpretar en la cancha lo que su técnico intenta plasmar; en el trabajo de la identidad se plantea un ejercicio retroactivo para cualquier equipo: Para que los jugadores entiendan la idea del técnico y «sepan a qué juegan», el entrenador debe saber llegar con su idea a los jugadores, quienes además deben tener cierto grado de habilidad para comprender la misma.

Haber mantenido la base de jugadores, que de cierta forma ya tenían bastante interiorizada la forma de jugar deseada por Quinteros, abona favorablemente a este suceso en Emelec, el mismo que se nota de mayor forma de mediocampo hacia adelante, puesto que en defensa Emelec aún luce algo endeble y es la zona donde más debe corregir y seguir trabajando. Sin perjuicio de lo anterior, el excelente trabajo de su primera línea de volantes y de su portero Esteban Dreer, tienen como resultado que su última línea no sufra como ha sufrido en otras ocasiones.

Es digno de destacar que en el Emelec que estamos viendo hoy por hoy, cada jugador tiene clara su función, lo cual le permite al equipo tener un mejor accionar. En mi opinión, parte importante de la identidad es que cada jugador sea consciente de su papel dentro del engranaje del equipo, lo cual permite que exista armonía en los movimientos del equipo, que a grosso modo no es más que una unión de voluntades.

Hoy, Emelec juega bien porque es un buen equipo y no sólo una buena plantilla; pienso que la gran diferencia entre un gran equipo y una gran plantilla es precisamente la identidad futbolística, que hace que destaque dentro del campo no uno o dos jugadores, sino el fútbol que todos juntos producen. Esa característica, Emelec la posee y le genera una enorme ventaja con respecto a equipos como Liga de Quito, por ejemplo, que tiene grandes jugadores pero que aún no tiene este elemento trascendental.

A todo esto, ¿Cuál es la identidad futbolística de Emelec? Un equipo veloz que hace depender sus ataques del juego por las bandas, de la profundidad generada en velocidad por jugadores como Marcos Caicedo y Enner Valencia, profundidad que la mayoría de veces nace en una base llamada Pedro Quiñónez, encargado de proyectar a los antes mencionados al ataque, haciendo las veces de un lanzador por momentos.

Emelec es un equipo que depende del pressing intenso en defensa, para que el rival no supere líneas y se encuentre cara a cara o peor aún a las espaldas de su última línea, la cual aún debe pulir su trabajo; es por esto que todos marcan, comenzando por De Jesús que atosiga la salida contraria, hasta Achilier que es el encargado de apagar el fuego en última instancia.

En fin, la solidez futbolística tiene una razón fundamental y es la existencia de una identidad, Emelec posee esta característica y es lo que hoy hace que veamos un fútbol fluido en los azules, que tienen un techo alto si sus jugadores potencializan al máximo sus condiciones técnicas al servicio de un equipo que hoy maneja, de la mano de su técnico, el más valioso de los conceptos.