Muchos dicen que Barcelona es un equipo que se dirige solo. Pero las piezas, aunque rocen la perfección, no pueden ensamblarse por sí solas. Necesitan un mentor, un ingeniero, un mecánico. Necesitan un entrenador. Tito Vilanova es ese hombre, el elegido por los dirigentes catalanes, el encargado de hacer que todo funcione.

Pero, como es de público conocimiento, el resurgimiento de un cáncer de garganta obligó a Vilanova a instalarse en Nueva York, donde lleva adelante un tratamiento desde diciembre de 2012. Sin embargo, pese a los más de 6 mil kilómetros de distancia, nunca abandonó su trabajo. ¿El método? Las nuevas tecnologías: Whatsapp, videoconferencias y hasta transmisiones televisivas en «streaming».

«Estamos en contacto permanente gracias a las nuevas tecnologías. Vilanova está bien y, aunque no es lo mismo que si estuviera aquí, tiene acceso a toda la información. Ve los partidos e incluso tenemos un sistema cerrado de cámaras que le permite ver hasta los entrenamientos», explicó hace unas semanas el asistente Jordi Roura, quien ocupa su lugar en el banco de suplentes.

Según informaron varios medios españoles, Tito sigue todos los encuentros por Internet y hasta toma decisiones durante los partidos. Incluso, hace dos semanas, en el empate con Valencia, Vilanova ordenó sacar a Javier Mascherano por por Whatsapp, una mensajería instantánea entre teléfonos móviles.

«Seny, pit i collons (sesatez, corazón y conojones, en catalán)», fue la frase que el técnico había puesto en su estado de Whatsapp cuando partió para los Estados Unidos. Con esa fuerza interior, no baja los brazos en la lucha por su vida y, mucho menos, en cumplir con sus obligaciones laborales. Así, decide todo: las convocatorias, el calendario de fiestas y, como es de esperar, cada alineación.